desplegar menu

503 - La sombra de la veracidad
Hoy el lenguaje se dilata hasta los bordes mismos del vacío. Se alteran todas las estructuras del discurso, lo absolutamente otro de toda comunicación. Se trata de sumergirse en el antes de cualquier proceso de semantización conocida donde las palabras remiten a su referente en una realidad ajena, nueva, extraña

Así es posible provocar gestos verbales que perturban y disuelvan la materia

Si el lenguaje es el ser de la literatura, su propio mundo, por lo tanto, la literatura entera está contenida en el acto de escribir. La novela es un sistema ficcional de pensamiento, un lugar natural para la expresión, donde conviven una multiplicidad de géneros, pensamientos y distintas formas que se entrelazan como un arma poderosa con que atacar desde la ficción al sistema donde se insinúa ese vacío que nunca se alcanza a nombrar pero que acosa y convoca con perseverancia. No se trata de suprimir el vacío para instalar un espacio pleno sino, en cambio, una morada siempre frágil, inestable y efímera que un susurro ha logrado robarle al silencio. La creación, la literatura, es un triunfo transitorio porque no se apoya en un axioma de soberanía, sino que pone a la obra frente al asedio de ese resto, ese silencio con el que debe batallar continuamente

Se detecta en las narraciones un gran esfuerzo por conferir un sentido que se infiltra entre las brechas de una superficie donde todo continuamente está a punto de ausentarse: hay un inacabamiento definitivo que la lectura necesita impulsar. Hay un reclamo de una relación más opaca y destructiva con aquello que se escribe

La función del escritor es observar, detectar, reciclar lo relevante de los residuos desperdigados del mundo - las Ideas que flotan en la transitoriedad - objetivarlas, transformarlas en actos estéticos que develen la Idea humana de su tiempo. Esa Idea humana es quizá una exageración filosófica, literaria, trazada por medio de procedimientos realistas, pero que no pretenden ser un reflejo ontológico de la realidad

Para describir y entender en profundidad la literatura del autor es preciso indagar en su estética y en la filosofía que opera por detrás: una mirada desinteresada, una mentalidad belicosa que responda a la búsqueda irreal de la palabra justa

El arte y la literatura albergan los distintos ideales que caracterizan cada tiempo histórico e indagan en las causas sociales, individuales y filosóficas que impulsan dichos ideales. En este Hoy, los cambios sociales y culturales han configurado unas emociones otras: pesimismo, melancolía, nostalgia por los valores perdidos, o peor, olvidados, lo que plasmaría una perspectiva vil y apocalíptica sobre nuestro tiempo, pero sin descuidar su costado estético

La historia de los autores se compone de una soledad sustancial desligada de ese ser que flota en lo indeterminado y que configura un sentir pesimista quizá inconsciente. Es el desengaño existencial del que nacen las obras que surgen de la conciencia de un vacío ineluctable, de un algo abrasivo, irreal e ilusorio y que dota a la “mentira”, materia prima del arte, de un velo que atrapa al lector bajo la aparente sombra de las regiones subterráneas de la veracidad, la credulidad, y de la abrumadora lucidez que ha sabido lograr: obras que hoy van por otro lugar lejos de las construcciones de género. Una visión estética donde la belleza no radica en la perfección o el pulcro bienestar sino en la inquietud, el escalofrío, el dolor. El artista es el testigo enmascarado de una vida ordinaria, pero es capaz de extraer el sentido silencioso enredado en el tejido vulgar de la realidad y que devela la verdad escondida de lo humano; un murmullo ininteligible ¿el rostro de la fatalidad?

La escritura es una especie de interrupción en la percepción llana del sujeto, una apertura en medio del misterio continuamente quebrado de una vida encallecida. Es la puesta en escena de ese resto que devela un silencio que puja dentro de lo sospechado. Es aprovechar la reflexión allí donde podría haber pura rutina. Son prácticas disruptivas donde se acomete aquello que fuga y se producen cambios repentinos de perspectivas en la búsqueda de eso que puede transmitir lo que configura el mundo normalizado. Se tergiversan los convencionalismos que conforman al sujeto de la medianía y se obtiene una posibilidad de contemplación, la existencia de un significante que escapa a la utilidad y que obliga a pensar lo no calculado: es lo que produce el hecho estético y conforma una textura que tiende a lo disperso, a lo heterogéneo, a lo discontinuo, y que se resiste a someterse al sistema ordenado de la representación canónica, pero que, por eso mismo, no deja de hacerse presente y alertar desde sus márgenes

La narración organiza un mundo. Lo que aparece fustigado con fuerza en los relatos que podemos llamar “ilegibles” es esa ilusión de plenitud construida por lo legible que se apoya en una moral de lectura que recorta zonas de inclusión y exclusión en lo leído. El texto “ilegible” siempre está fuera de lugar y lo que se “puede” leer es siempre lo que debe ser leído

Nos sentimos atraídos por la literatura porque evidentemente es algo diferente de la comunicación ordinaria. No obstante, el impulso a asimilar esa fuerza y esa permanencia o a dejar que la organización formal surta efecto en nosotros exige convertir la literatura en una comunicación, reducir su rareza y recurrir a convenciones suplementarias que le permitan “hablarnos”. La diferencia que parecía la fuerza del valor se convierte en una distancia que hay que salvar

 

En el arte, en la literatura, el límite reclama ser puesto en cuestión; hostigado y violentado desde su propio interior, ya no es un límite que se invade sino un borde que se expande permanentemente, un límite que magnetiza el conjunto y que actualiza la expresión artística, una aproximación hacia lo extraño y, que, para sostenerse como texto, es necesario que la búsqueda permanezca inacabada. Algo en la obra se resiste a expresar su sentido, pero, por eso mismo es posible continuar asignándole sentido.  Si esta circunstancia es el horizonte de toda narración, entonces puede pensarse desde allí la literatura y encontrar un espacio para captar los modos de producción de sentido. Sería el horizonte discursivo de la modernidad

La historia ha penetrado en un territorio ruinoso, de desequilibrio e inestabilidad, de pérdidas varias, y de ilusiones inalcanzables. Y puesto que la situación es irrevocable será necesario aproximarse a un conocimiento de la crisis, un saber, si bien vacilante y amenazado por la tormenta, un saber que requiere aprender a guiarse a través de ella. La obra fuga hacia adelante y experimenta con formas diferentes que la ponen frente a lo desconocido, entre la inestabilidad y la ajenidad, hacia la ausencia de arraigo y el movimiento infatigable hacia los márgenes, una búsqueda de la novedad que siempre es un trabajo sobre los límites, revelando lo oculto detrás de las miserias de los tiempos

La capacidad del arte, la literatura, de volver dudosas las convenciones de la sociabilidad y del poder, necesita tomar en cuenta el contexto que da sentido a su práctica negativa y la vuelve comunicable, lejos de tratar de alcanzar eficacia pragmática, como si fuera un programa de transformaciones sociales, sino para que sus intervenciones no sean neutralizadas por sus propias inercias institucionales

Hay la necesidad de explorar el sentido social de los vínculos de la literatura con la nada - la lectura sociológica del vacío – como la llama Canclini. Más que en la producción de sentido, o junto a ella, conviene centrarse en la negatividad de las ausencias, vacilaciones y vacíos que marcan toda la obra. La idea no es nihilista, se justifica desde el concepto de inminencia, caracterizando el proceso estético como trabajo con lo que se insinúa sin llegar a nombrar, un modo de hacer que trabaja en la zona de lo indeciso, lo irresuelto, lo que aún es posible. Hacer arte o escribir es algo que sucede cuando se evitan declaraciones absolutas, y también cuando el creador no se abandona de modo total al vértigo de la nada

La conocida línea de Canclini, Por qué la literatura y no más bien nada, es o vendría a ser una especie de pregunta, una lectura del qué donde se resume esa huida hacia los bordes del vacío en busca de lo extraño

Se llega a ser artista o escritor aprendiendo a tratar con lo que es como si pudiera no ser y con lo que no es como si pudiera llegar a ser

 

Marzo 12 de 2023