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523 - La verdad del pensamiento
La verdad del pensamiento no es la rumia de una interioridad inventada, es su actualidad, su misma negación, la actualidad de su negación, su desastre

 

Es el pensamiento vivo, en acción, que no encuentra nunca un lugar absoluto porque sería su muerte. El dogma es la muerte, la inmediatez, el aspirar a la meta, al resultado, a hacer comprensible lo incognoscible. Todo pensamiento arranca del misterio y no se puede pensar ni comprender y mucho menos poseer

Pensar es un movimiento del espíritu que se cuela y excava en los quiebres más profundos de la vida, donde se oculta una dislocación permanente y desestabilizadora, un tiempo intermedio donde vive el extrañamiento de la pregunta, donde el lenguaje nos alcanza y habla en el exilio de la voz al llevar la existencia hasta sus bordes

Pensamos realmente cuando nos hallamos en ese no-lugar entre la inminencia de un sentido y la sombra de una palaba apenas entrevista

La mirada nocturnal desbarata las coordenadas de la representación de la realidad, abre brechas en la supuesta linealidad del tiempo que fluye liberando otro tiempo que descubre el secreto relato de la existencia, donde el hombre entrevé su estatura sin proyecciones fáusticas, un tiempo otro con violentas discontinuidades que desmoronan la ilusión creada del devenir. Son instantes agónicos que contradicen convicciones profundamente arraigadas y abren un espacio de pensamiento inclemente, impiadoso, áspero, que aparta al hombre de su escena cotidiana y lo enfrenta con lo otro, con aquello está más allá de las certezas de su día a día y de la claridad de lo reductible a la razón, una especie de pasaje errático y sinuoso de cara al misterio, de cara a la sombra de las cosas, a la angustia del entre lo que revela y lo que oculta

Lo pensado, en cambio, acaba configurándose en espacios dominados por un horizonte de sentido. Lo-por-pensar migra, persigue lo casi inefable, es un remolino vacío, una continua y perpetua alusión, que arrasa con la persistencia de la síntesis, la representación, el sentido común y la ilusión de la inmediatez, devolviendo al mundo sus secretos - el intervalo, lo indeterminado, lo excluido

Es una irrupción súbita que acaba siempre en los márgenes inciertos de una certeza frágil e inestable que la palabra en su impotencia no registra. El lenguaje vacila, balbucea en esos territorios incógnitos ajenos a la elocuencia, desabrigados de evidencias, donde no obstante el sentido sigue peregrinando, aunque incumplido, a través de las huellas, de ese resto que abre e impide la clausura

Sin esa reserva posible de sentido, sin lo que dejaría en suspenso el significado, sin esa diferencia siempre imperceptible e inconceptualizable, sin lo que quedaría fuera del alcance del pensamiento impidiendo el cierre del círculo de lo mismo, no habría nada por descubrir, nada sucedería, nada nos estremecería, todo estaría en todo y no daría lugar al acontecimiento de ese pensar que nos busca y nos interpela provocando desvíos en la ruta acostumbrada, desórdenes que interrumpe la lisura de esa realidad aparente del escenario que montamos, una mirada que excava en lo hondo de esos huecos que salteamos para evitar la perplejidad de ese momento lúcido del desanclaje donde dejamos de ser cómplices del mundo

Todo lo que damos por obvio, inobjetable, irrefutable, sólido e inexpugnable, en un momento dado deja de serlo y da lugar a ese tiempo intermedio que tiembla de incerteza y hace patente en un segundo lo que precisamente por estar tan cerca de nosotros ni llegamos a percibir. Vivimos un mundo confuso envuelto en la ignorancia del sentido que aparece como único sentido del mundo

La vida se presenta vacilante, imprevisible, incontrolable y sin embargo los hombres la transitan sin dudar de lo que parece indudable, sin cuestionar lo que parece incuestionable para poder quebrar la línea de lo instalado como evidente y que arraigó de manera inconsciente en la humanidad a través de la interiorización de los mandatos de un sistema que supo seducir arteramente para la consecución de sus fines

Pensar es un decir original como la poesía donde el lenguaje retorna a sí, a lo que es, desatendiendo su vínculo con el mundo ante el silencio de la materia y la singularidad de las cosas. Es el aparecer de lo inaccesible, la simplicidad de la presencia inmediata de lo que está y siempre estuvo sin intervención de la palabra, la aproximación a ese lugar donde el lenguaje aún no ha logrado separar la cosa de la palabra, donde no ha podido evitar que se pertenezcan. Después del lenguaje nada hay intocado. Ni siquiera la flor puede ocultar que ha sido arrancada

 

Hubo un tiempo donde el misterio sumaba sentido a la vida del hombre y la luz señalaba las tinieblas. Hoy, cuando el pensamiento se vive transparente y solo aspira a tranquilizarnos nos sumergimos en un largo y luminoso fracaso. En el pasado vivimos un tiempo donde el imperativo era el conocimiento de sí mismo. Hoy, es la suprema imposibilidad de saber de ese otro en nosotros que a la vez que idéntico es el gran desconocido, el extraño inconquistable, el enigma de la obstinada alteridad frente a la cual el hombre se vive misterio y vive al mundo como misterio

La fascinación de pensar se da en el acto de descubrir(se), en la sorpresa de su aparecer. Es novedad, revolución, perturbación. O no es pensar

En la representación, en ese mundo que inventamos y que nos inventa, no se piensa todavía, se adhiere. Pensar descontextualiza, dibuja una contra-realidad, desmiente el brillo de la falsa claridad que simplifica verdades inexistentes, abre mundo, libera el poder insurgente y anárquico que duerme en el pensamiento. Es un intervalo en el ruido del mundo, el lapsus del sistema, implica abdicar de nuestra autoría y transmutarnos en un lugar vacío

 

 

 

Junio 17 de 2023