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529 - La subjetividad cooptada
Nuestra contemporaneidad está siendo cada vez más adiestrada con un incremento de exigencias en torno a la subjetividad, que, de una manera ambigua, incierta, expresan un propósito de liberación, pero que, al mismo tiempo, encarnan reterritorializaciones conservadoras

de esa misma subjetividad afectando su singularidad que resiste con una lucha contra todo aquello que nos es impuesto desde ese lugar de lo establecido

En las circunstancias actuales el sujeto ya no maniobra su vida, ya no actúa en tanto sujeto, sin estar siempre sujetado por los dioses de la tecnología que convierten a los seres en mega-máquinas, como un banco de datos, de algoritmos, de flujos de información, seres abarrotados de dispositivos, presos de las teclas y con su mirada capturada en la pantalla. La verdadera vida no acepta ser encadenada a estereotipos que clonan figuras y que aceptan como tutela la inercia del stato quo, la repetición del decir legitimado que invade el lugar del pensamiento

 Los procesos de subjetivación están subordinados a una dependencia generalizada y ya no son solo determinadas poblaciones humanas las que están digitalizadas como hace tiempo atrás, sino que la totalidad del mundo es la que se redujo a esas imágenes. El mundo es una pantalla y un cerebro súper saturado. Es un mundo sin Afuera. Lo exterior se reencuentra en el interior porque ya estaba allí, en los sujetos formateados de antemano. Cada cual no posee en sí más que clichés psíquicos por medio de los cuales piensa

Se vive una clausura vital, una adecuación al encierro - aún en medio de una exterioridad como dato mínimo – y si no es resistida, es porque media una aceptación de estímulos que van siendo implantados in crescendo por un modelo que se adueñó de nuestros posibles a través de lugares comunes que informan nuestras percepciones, nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestros enunciados: un colectivo imaginario digitalizado, que se activa cada vez que pulsamos una tecla. Así, el individuo sigue atrapado en una red de manipulación de la que inconscientemente es un eslabón, una red que nos suscribe y nos silencia. Preludios de la digitocracia a través de la sustitución del gobierno de las personas por su administración  

La solidez de las relaciones de poder radica en su transversalidad, en que operan como redes, y en que cada uno de nosotros irreversiblemente la habita y así, ya sea críticamente o en los intersticios, igualmente participa del mismo clima, de ese entorno asfixiante, ya que la conflictividad prospera según líneas irreductibles de un diseño global y de una estrategia unitaria

No obstante, sigue habiendo frentes de resistencia desde una paradojal clandestinidad, fisuras del modelo por las que se derrama lo imprevisible y que puede abrir paso a los pensamientos nómadas que deconstruyen las maniobras de las mayorías, y que en lugar de enunciar imperativos irrealizables se abren a las intensidades creativas y tienen en cuenta la vida

Habría que volver a encontrar ese sentimiento extraño de escándalo, el escándalo original del silencio del mundo que no se comprende más que en tanto es un gesto disruptivo para quebrar el orden

Para un pensador enorme como Pasolini - que supo desmenuzar el mundo y comprender cada uno de sus retazos, de sus migajas, con una mirada de águila- la característica de nuestro mundo occidental es la de estar al abrigo de lo real, que reviste la forma de un exilio, pues siempre supone alejarse de la vida común y corriente

Si por casualidad lo real horada el semblante del mundo, el desconcierto toma al hombre por asalto y se reemplaza la vida por la supervivencia y queda a merced de la impotencia que le provoca no poder colmar las necesidades y los anhelos, una impotencia que ya está instalada en lo real

Nuestra época ha roto radicalmente con la visión que ha marcado a Occidente, el sentido trágico de la vida; en su lugar introyectó la angustia de morir que a poco fue reemplazada por la angustia de vivir, un desasosiego íntimamente relacionado con la finitud, la endeblez del presente y la fragilidad de las relaciones. Hoy estamos sumergidos en el olvido de lo real, inmensa zona de desacondicionamiento que pulveriza el mundo y nos distrae de la gravedad y el misterio esencial de la vida. Es una manera de querer silenciar el misterio de la naturaleza humana, de huir de esas zonas azarosas de lo extraño, de lo incontrolable, de, ingenuamente, derrotar la incerteza y el riesgo de vivir

Vivir la cotidianidad implica deseos imposibles de satisfacer que estructuran el aquí de los seres y su amargura inextricable, mientras su más allá habita la ausencia, la herida de donde provenimos y una codicia de sentido que es todo el sentido, el único. Llevamos mal la situación que nos clava en la individualidad de un Azar y una finitud anunciada

La vida como proyecto es la espera siempre latente del cumplimiento de las metas, y, a la vez, la cuerda del desencuentro inevitable entre el deseo y el objeto de deseo, del engranaje que lo consume sin consumarse ni consumirse, que sueña la posesión en su eterno desplazarse

La realidad está quebrada. Lo real es la llaga y querer suturarla es abdicar del destino que nos ha tocado y que se desliza de todas formas a través de los poros que olvidamos sellar: es la herida que no cierra, fatalmente ajena a cualquier intento de rebatirla, el escándalo permanente de nuestra época

Se han ido imponiendo cartografías, recorridos sobre el territorio áspero e irregular del mundo, vías de dirección única contra el viento y marea de la vida que pide des-situarnos, romper las coordenadas que nos determinan para poder aceptar la experiencia, conocer la rugosidad del terreno y ser capaces de ver la alienación, el fetichismo y los relatos convenientemente dirigidos que deforman el tejido de la realidad, su radical inconsistencia, y trazar planos en el aire para recuperar el carácter de desarraigo y exilio, suprema condición de pensar

La melancolía, individualidad soberana, hoy ocupa un lugar preponderante en el alma de los seres que transitan el atajo de lo oscuro, huyendo de lo trágico, que viven en el clímax amargo de quebrantos y ausencias, sobreviviendo al naufragio de los días perdidos. Su dolor es la respuesta al sin- sentido de un mundo fragmentado que se espeja frenéticamente a sí mismo

Hay una revolución secreta que crece en los seres en medio de la indiferencia generalizada, un resplandor antiguo que los “extraña” del mundo e ilumina una herida abierta que hoy encarna en el vacío absoluto como emblema de la época. Así, la melancolía se ha instalado en el alma como recordatorio de nuestra esencia trágica, y es la que recorre ese territorio de la vacilación humana que espera sin saber bien qué, después de haber construido pasajes nocturnales donde alojar todo lo que no fue capaz de habitar: el abismo, la vida como duelo, el pensamiento de las sombras

Desbordamos el discurso que pretende explicarnos, ese partir sin hacia dónde. Hay un misterio, nuestro propio misterio: una ausencia en la cual echar raíces

 

 

 

Julio 7 de 2023