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536 - La palabra vulnerada
La política hoy abarca infinitos recursos, desde la mentira institucionalizada como punto de partida de los distintos relatos apoyados indefectiblemente en el auto-engaño, pasando por la persuasión subliminal, hasta el disimulo y la seducción

Todo apunta al oscurecimiento de lo obvio, a la puesta en escena de una realidad inexistente; se enuncia en el relato, está atrapada en una telaraña de narrativas, aglutinadas con mentiras y simulación: la levadura de los fariseos - la hipocresía - que emana de la necesidad de sostener ese relato

Si bien somos capturados por la connotación de las palabras dentro del plano de lo decible, no es ese el único recurso; otro tecnicismo casi lo ha superado, el escamoteo, lo que no se debe nombrar, lo que se debe cancelar porque no se sabe cómo dirimir, y así desfilan los significantes espectrales y los relatos donde en cada punto, en cada coma, se anidan las máscaras de la realidad - o su doble fantasmático - a cargo de disfrazar la forma en que son percibidos los hechos. Esa construcción de la realidad a base de fragmentos espurios no debe tocarse sino reforzarse con recordatorios a cargo de los arquitectos de turno, a riesgo de perder su anclaje en los endebles y desnudos andamios de la ficción. Los relatos políticos tienen un poder simbólico que acomoda las mentes de las gentes, así fue como el mundo verdadero terminó por convertirse en fábula

Dentro de una sola cultura, allí donde reinaría unánimemente un concepto estable de mentira, se puede cambiar la experiencia social, la interpretación y la puesta en práctica del mentir y puede dar lugar a otra historicidad, a una historicidad interna de la mentira. La política es el lugar predilecto para las mentiras, tienen la cualidad de replicarse y legitimarse unas a otras coordinadas como en una coreografía para descalificar la fuente del derecho y legitimar el discurso único: un adentro asfixiante, un Estado abstracto

Los desafíos de este Hoy casi distópico, sumergido en la más enorme y angustiosa de las incertidumbres, nos lleva fatalmente a buscar respuestas que solo van a engendrar más preguntas en torno a este sistema-mundo que ha colapsado y que nos ha enfrentado duramente con lo inevitable

 

Cada discurso remite a un lugar desde donde proviene su gesto de enunciación. Nadie es soberano respecto a su condición de hablante

¿Cuál es nuestra actitud frente a la marea de pronósticos, de ideas abrazadas a la ideología, de opiniones convenientemente adaptadas a la situación que atravesamos, cuál frente a una egodisea difícil de sortear, ya que formamos parte de la misma confusión, del mismo drama, de la misma incertidumbre?  

Solo resta ponerse a la altura del acontecimiento, enfrentar desnudos una realidad que nos hermana, y, a la vez, otra realidad, la narrada. Vivimos momentos casi inclasificables que bien podríamos apropiadamente llamar "oscuros" citando a Hannah Arendt

 

Nos hemos connaturalizado con la grieta de la credibilidad que se ha dilatado como un abismo. El suelo ya no nos sostiene, embarrado con declaraciones mentirosas, engaños y autoengaños. El ser humano moderno está impregnado de mentira, respira en ella porque el poder le niega el valor propio del pensamiento que ya no es luz sino un arma; su función no es revelarnos lo real - lo que es - sino “ayudarnos” a modificarlo, a transformarlo, guiándonos hacia lo que no es, y propiciando el autoengaño que es la meta “amigable” y naturalizada del engaño

 

Solo en nuestra época la mentira ha alcanzado su límite absoluto, desconocido en épocas anteriores, destacándose en el campo político con un crecimiento hiperbólico - su pasaje al límite, la mentira absoluta -  no el saber absoluto como fin de la historia sino la historia como conversión a la mentira absoluta

 

Mentiroso es alguien que miente y dice que él dice la verdad, pero cuanto más miente un aparato político, más hace del amor a la verdad la consigna de su retórica

 

Pensar con pasión el presente - no hay otra forma y, en especial éste - de una temporalidad tan ajena que se viste de ficción - arrastra siempre una provocación interna, un desafío, una transformación. Al pensar el presente, inevitablemente uno se interpone en un tiempo fantasma, un tiempo que vemos pasar, un tiempo que no sabemos realmente si es nuestro

 

La pregunta por el presente implica la actualidad, que está hecha para saber de qué está hecha, ya que no está dada sino activamente producida, filtrada, utilizada e interpretada por infinitos dispositivos selectivos siempre entregados a servir los intereses de los sujetos y los productores y consumidores de actualidad 

 

Por más singular, irreductible, o trágica que sea lo que llamamos realidad, a la que se refiere la actualidad, ésta nos llega siempre a través de una hechura ficcional. De la única forma que podemos analizarla es al precio de un trabajo de resistencia, de vigilancia, ya que resbalamos entre la manipulación masiva de los hechos y de la opinión, evidente en la fabricación de imagines y en la política de los gobiernos

La mentira política tradicional al uso en la diplomacia y en la estrategia, se refería a secretos auténticos, en cambio, las mentiras políticas modernas tratan asuntos de ningún modo secretos sino conocidos por casi todo el mundo. Esto se evidencia en la reescritura de la historia contemporánea y en la fabricación de la imagen tomada como sustituto de la realidad con un resultado mucho más patente que un original, por eso pasa de representante a reemplazante. Así este proceso ya no sería una simulación que enmascara una verdad sino la destrucción del original

Entre los documentos que informan la “actualidad” hay una especie de internalización intensa y acelerada tanto como equívoca, un privilegio que sobredetermina ciertos acontecimientos en desmedro de otros, envueltos en discursos autoritarios sub specie patris, mistificando la “actualidad”. El” tiempo real” nunca es puro, no entrega ninguna percepción despojada de interpretación. Es la mentira de la mentira, la tela que envuelve la tela, la negación del acontecimiento

Todo, y aún la violencia; el sufrimiento y la muerte, todo está construido, ficcionalizado, por y con vistas a los dispositivos mediáticos, nada sucede, no hay más que simulacro y embuste

Una sociedad puede fabricar una realidad que no es y organizar su vida política en torno a ella, o sea, puede auto engañarse. En el mundo moderno una comunidad puede falsear deliberadamente realidades conocidas por todos y considerar la mentira como principio político. El problema de la verdad en política es también el problema de la mentira en política Mentir no es engañarse ni cometer un error ni decir lo falso de buena fe, mentir simplemente es querer engañar a otro, es un acto intencional. No hay mentiras, hay un decir, un querer decir al que se llama mentir

Lo que cuenta es la intención que define la veracidad o la mentira en el orden del decir, del acto de decir, y que es independiente de la verdad o la falsedad del contenido de lo que se dice. La eficacia de la mentira es ostensible y revela cómo una ideología es capaz de falsear los hechos, manipular la verdad sobre el presente político y obturar la experiencia de la realidad

La verdad fáctica tiene su oponente directo en la mentira y también su principal daño, es eminentemente política puesto que abarca a la realidad del mundo, a los actos y a los acontecimientos que conforman la textura del campo político

Hoy en nuestra cultura la textura de la mentira es tan densa que ya no somos capaces de distinguir ni un atisbo de veracidad. Las personas se han colgado y descolgado de tantos discursos que la misma entropía es quien ha tejido una trama donde es imposible distinguir el color de los hilos. Nuestra época atraviesa una tremenda desolación política que puede estar marcando la gran posibilidad de una apertura para revertir las consecuencias funestas de una hybris de poder, pero lamentablemente hasta ahora esta apertura no hace más que espejarse en un abismo

En este mundo moderno el conflicto se establece entre una verdad mundana y el potencial político de la mentira. La verdad de hecho es política, pero tiene un aspecto esencialmente anti político: su modo de afirmar la validez, ya que exige un reconocimiento perentorio y trata de evitar el debate que es la esencia de la vida política, ya que su carácter político se debe a la materia de la que está hecha: los acontecimientos humanos y la propia realidad, se da a partir de una pluralidad heterogénea de miradas y en tanto que política comparte su lugar con la opinión

Es destacable la vulnerabilidad propia de la verdad factual ya que no es más evidente que la opinión y en caso de disputa o controversia no hay una instancia superior a la cual apelar los testimonios, documentos o registros que la sustentan. Son todos falsificables y los acuerdos se consiguen por la vía mayoritaria, pero nada impide que una mayoría de testigos lo sea de testigos fabricados

No obstante, se sigue hablando sin decir nada, comprometiendo la lengua con los intereses más espurios, tratando de sumar votos, utilizando sintagmas por demás obvios y demagógicos que tratan de ser contundentes y firmes detrás de las máscaras en un contexto que resuena con un eco vacío donde flotan las palabras infinitamente vulneradas

La mentira no solo presenta un componente político en su naturaleza, sino que además de mentir es una forma de acción y por eso se asocia con la más alta capacidad humana ya que intenta cambiar el mundo

Las mentiras pueden producir efectos de verdad, tienen la cualidad de replicarse, revalidarse y legitimarse unas a otras coordinadas como en una afinada coreografía para descalificar la fuente del derecho y legitimar el discurso único: un adentro asfixiante, un Estado abstracto alienante que deja fuera toda la micro dinámica de la vida 

Para mentir, en el sentido estricto hay que saber la verdad y deformarla intencionalmente, por lo tanto, es necesario no mentirse a sí mismo, pero es difícil mentir a los demás sin mentirse a sí mismo y cuanto más éxito tiene un mentiroso, más probable resulta que sea víctima de sus propias invenciones

La mentira política moderna es la mentira política organizada, ataca verdades de hecho por todos conocidas, que forman parte de la realidad común, obviedad que se pone de manifiesto al volver a escribir la historia contemporánea ante los ojos de quienes son sus testigos. Son tan grandes que exigen un completo acomodamiento a toda una estructura nueva de hechos, y, al no atacar verdades que solo son conocidas por unos pocos - verdaderos secretos e intenciones – sino una realidad pública cuya negación no puede lograrse sin una gran organización, con manipulaciones, propaganda, destrucción de evidencias, e, in extremis, con el asesinato de protagonistas y testigos de esa realidad, se envuelve todo en silencio, simulación, negación y la acuciante necesidad de la multiplicación constante de la mentira

Jamás se ha mentido tanto como en estos días, ni mentido de una manera tan descarada, sistemática y constante. Respecto a la mentira moderna e incluso, más estrictamente, a la mentira política moderna, sobre todo, la época actual ha innovado poderosamente. Se la puede definir como una falsedad deliberada que destruye verdades sabidas por todos y en la que todos de distintas maneras están implicados por principio. Es la base de todo el lenguaje de poder que circula en el planeta y encierra una fatal relación de enajenación como arma de manipulación: una estrategia considerada imprescindible para preservarlo

Todo apunta al oscurecimiento de lo obvio, a la puesta en escena de una realidad inexistente
 

 

Julio 28 de 2023