El ser humano está frente a un horizonte de sentidos que lo atraviesan y a partir del cual se podría definir como a-político ya que la política, según la misma Arendt, nace en tanto pluralidad fuera del hombre
Los humanos hacen Mundo quizá debido a la soledad que habitan, ya que la condición solitaria los marca con una incompletud originaria que los transforma en seres de deseo, de comunidad. Es de notar que la misma condición que humaniza y abre mundo, lo deshumaniza y lo vuelve a cerrar. El desafío del presente es volver a abrir el mundo para que el ser retorne al espacio abierto, para que reencuentre su condición humana. Lo que se requiere es recuperar la política, no en el sentido de la lucha por el control del Estado o del mercado, sino en el de la construcción colectiva de comunidades
La política es una forma de relación que se establece a partir de la acción y la palabra. Si aceptamos la vida y la política de esta forma, entonces la vida se identifica con la vida biológica y con el territorio de la necesidad como modo de ser natural del hombre. Así, lo político comienza cuando ya no se está en el reino de la necesidad, porque es espacio de libertad: libertad de palabra y acción con los otros
“Política” es un término que a cada vuelta de la historia parece necesitar ser redefinido de una manera radical, independientemente de que esa redefinición - o quizá mejor sería resemantización - asuma la forma de una discontinuidad implícita o de una abierta ruptura con la tradición. No obstante, el aspecto estructuralmente problemático de la palabra no depende solo del hecho de que su semántica sea cuestionada cada tanto sino del hecho de que lo “político” se construye desde su origen como un cuestionamiento previo del orden: en realidad, como la sustracción del orden, de sus jerarquías y de sus leyes al mito de una esencial “realidad” natural
La semántica de un lenguaje es inagotable, siempre hay un resto irreductible y seguirá habiendo un punto de indecibilidad, pero no fijo, sino móvil: un resto de semántica indefinidamente desplazado
Por tanto, no existe propiamente la política sino como un problema del orden, como una pregunta acerca de las condiciones de legitimidad del poder. El pasaje de esa realidad fáctica a la norma, del orden como hecho al orden como
problema, no es un fruto moderno, sino que le llega desde sus orígenes. La política nunca está dada; su régimen es el de lo posible. Y nunca está dada porque nace como efecto de choque contra la materia densa de lo histórico y lo social. Lo dado es la historia y la sociedad. Lo político se acopla en un salto en el que hay invención, creación: los recursos de sentido: la palabra, la acción y el trabajo productivo compartidos; el fin es la invención del mundo y del hombre en el mundo
La relación entre vida y política resulta compleja, pues la vida no está fuera de la ley sino que está en el umbral señalado por la excepción, dentro y fuera del orden jurídico, en una especie de no - lugar que es, al mismo tiempo, base de la soberanía. Este umbral es un lugar de indistinción entre hecho y derecho para iluminar la relación entre vida y política a fin de poner en evidencia la biopolítica como originaria en la consideración de la soberanía occidental
La biopolítica no se refiere al uso de un modelo biológico para pensar la política - y su relación con la vida – sino a un modo de ejercer el poder cuyo objeto es el cuerpo viviente del individuo y la especie. Se trata del modo en que la política se ocupa de la vida biológica del hombre
El mundo hoy es solo economía e imagen. Hasta la guerra – ese otro nombre del ser desde los tiempos de Heráclito se rige por las exigencias de estos “dioses oscuros”. No se trata solo de la simple preponderancia cotidiana de los medios masivos de comunicación y de su alianza más o menos evidente con la economía global y con el poder político, cada vez menos discernible del mundillo del espectáculo, ya que hoy existir para una gran mayoría es ser actual (tener actualidad) y esto solo se logra a través de la imagen y el mercado
El mundo es la estructura de sostén de la realidad humana. No hay hombre por un lado y mundo por el otro, sino un movimiento que va del mundo al mundo, y en el que el hombre es más bien un término medio para que sea un testimonio de la existencia de ser-en-el-mundo
Pero hay otros nombres para ese ser-en-el-mundo: así, lo nombramos mercado de valores en el que ha devenido, existente como mercancía dentro del código de intercambio, para lo cual, además de aceptar las reglas del juego del lenguaje de la imagen massmediatizada, es necesario producir dinero, medida insalvable para cotizar
Superar el olvido del ser parece hoy una boutade
El nihilismo, el pasaje del ser a valor de cambio señala el abandono del Mundo. En este estado de cosas, el lazo social se halla aprisionado por el nudo del exitismo y el consumo. El mundo vuelto absoluto deja al mundo sin Mundo porque lacera constantemente la conexión entre invención política y lazo social.
Es necesario recuperar la potencia de hacer lazo social y esta potencia es otro nombre de la política, porque la política es el poder instituyente por autonomasia. Pero este estado de cosas se perpetúa a través de la imposibilidad de la política, y hay “ganadores” y perdedores. Los primeros señalan la falsa ganancia frente a los segundos a quienes la referencia no puede hacerse con ninguna ambigüedad. Los falsos ganadores se las arreglan muy bien para obtener un lugar de privilegio y son los responsables del estado de las cosas, lo que no dispensa al resto de asumir su responsabilidad
La política siempre es una acción concertada entre muchos, idealmente, entre todos
Una situación se vuelve política cuando se manifiesta la violencia ejercida por el intento de hegemonía o totalización del discurso imperante. Como la totalización está siempre expuesta a su cuestionamiento por la virtualidad de lo no dicho, la irrupción de un nuevo sujeto que reclama que su palabra sea tenida en cuenta, al enunciar lo no dicho interrumpe y trastoca las condiciones mismas de la comunicación en curso. Se trata de
una descripción de lo que ocurre a todo individuo o grupo en el momento en que vacila, al hacérsele evidente que su identidad depende de la exclusión operada sobre “otro” sentido y “otra” verdad, que, desconocidas por él hasta ese momento político, pertenecen a la urdimbre que sostiene y al mismo tiempo permite transformar esa misma identidad. Pero, lo “otro” del discurso hegemónico es su límite, el vacío que le impide cerrarse sobre sí para instituir el sentido del sentido
Según Jacques Ranciere, la afirmación de un mundo común se realiza en una puesta en escena paradójica que reúne a la comunidad y a la no -comunidad. Y una conjunción tal siempre es muestra de la paradoja y el escándalo que trastorna las situaciones legítimas de comunicación, las particiones legítimas de los mundos y los lenguajes, y redistribuye la manera en que se distribuyen los cuerpos parlantes en una articulación entre el orden del decir, el orden del hacer y el orden del ser
Pero el consenso exclusivo no se deshace únicamente en momentos de excepción y por obras de especialistas de la ironía. Se deshace todas las veces que se abren mundos singulares de comunidad, mundos de desacuerdo y disentimiento. Hay política si la comunidad de la capacidad argumentativa y la capacidad metafórica es susceptible de suceder en cualquier momento y por obra de quienquiera, concluye Ranciere
Lo que se pone en juego es una virtual fabricación de nuevos sentidos, y con ello, de nuevos mundos y nuevas comunidades, Este proceso, en la medida en que interfiera con las distribuciones de poder ya instituidas, posibilita una reinvención política del mundo. Por tanto, el abandono del Mundo es un efecto inmediato de la obstrucción de la política
Esto se produce porque el sentido se encuentra sobredeterminado. Un cambio implica romper con la actual inercia que disocia lo privado de lo público para construir en su lugar un espacio transicional que vuelva a imbricar ambas dimensiones
por más que hoy nos parezca remota una reconstitución de lo “político” desde una esfera pública abierta a la inasimilable individualidad, esta no podrá darse sino a través de un universalismo de la diferencia
El Mundo es más bien nuestra tarea posible a partir de la existencia contingente. Por lo tanto, el Mundo es una construcción colectiva de los seres existentes ni asegurada ni reclamada por éstos naturalmente. Habrá Mundo si lo hacemos y la reducción de toda noción de mundo a su contingencia originaria es un camino para obstaculizar dicha construcción
Hay que apostar a la “humanitas” como una construcción posible siempre política, aunque no solo política
No todo es político, por el contrario, en las diferentes dimensiones de lo humano se puede adoptar el punto de la política, lo que supone un salto por sobre el vacío constitutivo antes mencionado
Frente a la contingencia del ser en el mundo tenemos la posibilidad del mundo como contingencia, como orientación de esa contingencia
Para comprender políticamente el presente, en cierta forma hay que anticipar el futuro; sin embargo, esta anticipación no pertenece al orden de la predicción, como si el futuro estuviera inevitablemente inscrito en el presente. Al contrario de la percepción espontánea, no política, del presente, que solo descubre la repetición o la huella de una situación ya superada, la lectura política de una constelación dada será, la que en cierta forma la desplace un paso hacia el futuro
La profecía se sitúa más allá de la historia en la que introduce un sentido destinado incluso a ignorarla o desmentirla. Esta operación contra o parahistórica es la dimensión política del tiempo
“Política” es precisamente el nombre para transfigurar el vacío en principio activo de mundanidad
Setiembre 27 de 2023