desplegar menu

590 - La frágil piel del mundo - fragmento - J-L Nancy
Vivir la preocupación por el mañana con la acogida que le brindamos al presente por el que transitamos en dirección al mañana

Sin esta acogida la angustia o el frenesí nos destruyen, y sin la preocupación no salimos de la estupidez

Todos estamos preocupados por lo que nos ocurre a nosotros, los humanos postreros, por lo que ocurre cuando llegamos al extremo de nuestra historia. Ya se trate este extremo de una etapa, una ruptura, o simplemente, un último suspiro

Estas palabras pretenden ser un testimonio de ello

Profecía: vendrá el tiempo

No es una predicción, pues el tiempo vendrá de todos modos, aunque sea como tiempo del fin de los tiempos

Es una profecía: la palabra de otro, la palabra del otro lado que no podemos ignorar sin renunciar a nuestra humanidad. El intérprete del afuera. El aquí y ahora no existe sin el otro lado que el aquí y ahora alberga en sí y que, en contrapartida, lo alberga a él y lo expone

Si hoy en día nos sentimos inquietos, perdidos y perturbados es porque estábamos acostumbrados a que el aquí y ahora se perpetuase echando fuera a todo lo demás. Nuestro futuro estaba allí mismo ya realizado, todo control y prosperidad, y he aquí que se ha ido al infierno, el clima, las especies, la economía, la energía, la confianza, e incluso la posibilidad de hacer previsiones de lo que estábamos tan seguros y que parece haberse visto superada. Ya no podemos contar con nada, tal es la situación. Pero la voz profética dice que vendrá el tiempo porque es algo que no depende de cuentas ni de previsiones. Vendrá el tiempo porque el tiempo está viniendo, porque algo está viniendo, aunque solo sea hasta el momento en que nada venga. O hasta que venga algo completamente distinto

Aquí estamos, en efecto, delante de la - nada - o-algo - completamente - distinto. Tanto lo uno como lo otro, de hecho, pueden revelarse como estando ya ahí como siendo nosotros mismos que nada sabemos al respecto. Nosotros mismos somos el tiempo que viene

¿Acaso no nos hemos hallado siempre en una venida improbablemente incierta?

No ya no solo nosotros, los humanos, sino los seres vivos e incluso los flujos y los granos de la mezcla universal

La nada -o – algo – completamente – diferente

¿no ha precedido e impulsado siempre a esta venida que se sorprende a si misma y que igualmente podría sorprenderse y desaparecer?

Vendrá el tiempo y no cabe duda de que será imprevisto (pues de lo contrario) no vendría

También la ameba fue imprevista, y el esqueleto y el lenguaje y el ciberespacio y cada uno y cada una

Solamente entenderemos en qué consiste nuestra ceguera frente al apocalipsis, cuando consigamos concebirla como un elemento de la situación moral del hombre actual, es decir como una de las cosas de las que tenemos el derecho, la posibilidad de hacerlas o de o hacerlas

No es menos cierto que lo imprevisto inquieta. Puede incluso llegar a ser alarmante cuando se hace sensible, casi palpable, de algún modo previsible

Sí, los glaciares se derriten

No, la paz no está a la vuelta de la esquina

Sí, la toxicidad aumenta, química, radiactiva, financiera o moral

No, el progreso no progresa

Sí, la Ilustración ya pasó, al igual que el Imperio celeste, y los pasados ni se recuperan ni se restauran, precisamente porque el tiempo viene

Viene de todas partes y a la vez

Nos inquietamos sobre todo cuando permanecemos instalados en las regiones mecidas por el sueño de haber llevado a término la historia. Ahora bien, en todos los demás sitios todavía se aguarda una historia digna de ese nombre, aun cuando no se sepa bien qué podría ser y aun cuando se considere en general que la comodidad y el lujo technocool de nuestras upper middle classes son un objeto deseable de la existencia

Sin embargo, son estas “clases” ahora desclasadas las que se indignan y angustian por este desclasamiento causado por la transformación del trabajo, del enriquecimiento de las negociaciones colectivas, de las formas y de los símbolos

Mientras el mundo desarrollado de hace medio siglo se autodestruye en el frenesí de una inquietud general, otros mundos quieren probar su suerte. Suerte que, sin embargo se ha vuelto oscura y peligrosa pues si bien existen varios mundos de expectación y de deseo, solo hay un universo de management, un universo que parece sordo y ciego ante ante todas las señales procedentes de otro lugar, de ese otro lugar en el que el arte y el pensamiento (sea filosófico, científico o místico) tienen un único nombre, el de lo imposible. Esa palabra que desde Bataille obsesiona al pensamiento, ha de ser entendida no como lo contrario de lo posible – que es el horizonte de la racionalidad del management – y de exponerse hacia ese otro lugar inalcanzable inmanejable

Lo que de ahora en adelante de desvíe de lo imposible, lo único que puede hacer es repetir mantras, supersticiones. Nuestra superstición fue la salvación, fuera ésta la obra de un dios o de un hombre. La salvación, por tanto, la plenitud, la culminación, la vida en una vivencia silenciosa y sin afuera

Después de todo sabemos perfectamente – con un saber muy confuso – que el amor, el pensamiento, el juego, el arte, la propia palabra, y todos los tipos de relación no son, en definitiva, conductas de salvación sino,

las salutaciones fervorosas de la existencia

 

Antes de partir, Jean-Luc nos dejó este testimonio, este legado, esta joya de escritura, donde se condensan todos los puntos de su obra alrededor de cómo deberíamos llevar este nuestro presente de fragillidad que nos ha dejado desvalidos y de cómo deberíamos encontrar una “allonomía”, una ley del otro

La vida tiene que convertirse en una especie de arte basado en una búsqueda

La frágil piel del mundo responde eso

 

Merece nuestra especial atención ese recuerdo a su amigo Jacques Derrida que flota en ese tiempo - por – venir de lo imprevisto, del acontecimiento, de lo Nuevo que no sabemos qué es

 

Marzo 4 de 2024