El tiempo es un largo suspiro que enhebra nuestros deseos más secretos camuflados en los intersticios de lo cotidiano
encubiertos entre las palabras del día
en la zona resbalosa de los disfraces inadvertidos
que pasean desnudos en las noches sin luna
cuando el pensamiento se eclipsa
cuando algo nos ha rozado y no encontramos la palabra evaporada en la sombra
queda entonces abrazarse a lo que se resiste
una exuberancia de señales sinuosas insumisas
que se deslizan y caen sin ruido en la garganta
y allí quedan
como en la estrechez de un río quieto
donde se amontona el olvido de lo que no ha podido llegar a decirse
y que se hunde en las aguas frías de la desmemoria
de lo que no fue
como el soplo de una voz que nunca atravesó el aire
algo como un eco
quizá
que resuena empujado por el viento
Marzo 6 de 2024