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603 - Del cordón umbilical al cordón digital

El hombre se disuelve en las ondas del lenguaje, un pronombre que habla, arrastrado en el torrente del discurso

 En el principio el hombre veía y no sabía hablar. Ver era la totalidad de su pensamiento

En aquel tiempo el pensamiento se parecía al mundo pues era su imagen

Más tarde el hombre comenzó a detallar la imagen y dio un nombre a cada uno de los detalles

Al hablar de lo que veía acababa de crear la transcripción sonora de lo visible

Más tarde quiso visualizar los sonidos de su palabra e inventó la escritura pero al mirar la escritura el hombre no veía sino palabras y se dio cuenta de que había convertido lo visible en invisible(Bernard Noël)

Estamos comprometidos implícitamente en una producción homogénea, un discurso que nos aglutina con una lengua propia a través de la cual devenimos condicionados por los distintos contextos que moldean “nuestra” realidad, una realidad que actúa como institución imaginaria de la sociedad

La lectura de los signos sobre las cosas y los cuerpos  revestidos de lenguaje, es para la mirada alerta un ejercicio de desciframiento continuo mientras para el ojo desapercibido no es más que la cotidiana costumbre de la presencia de las cosas propia del sentido común que nos amontona

Así, nuestra conciencia sobre nosotros mismos deviene acrítica porque es gregaria, obvia. Pero hay quienes están en guerra con su tiempo, una guerra que consiste simplemente en desenmascarar la mirada perversa que se posa sobre el mundo, la palabra que miente el referente

El discurso referencial nos ha habitado desde siempre, hablamos la misma lengua que oculta relieves que advierten sobre su contradicción interna, y señala cómo este discurso aparentemente tranquilizador se sustenta en un conocimiento cerrado con vista al dominio, la totalización y la clausura

El abordaje de su crítica conduciría a una problematización productiva de la relación del lenguaje con la realidad. El lenguaje no articula el significado del mundo, constantemente excluye lo real al intentar asirlo. Lo verdaderamente real carece de mundo

Podemos saber de cualquier suceso a través de sus restos, de su rastro textualizado. No reproducimos los hechos tal cual suceden, solo los releemos, creamos textos. La realidad humana es un constructo y además, cada uno de nosotros aparece ya provisto de una historia semiótica, de una serie de identificaciones a través de las cuales hemos sido engendrados. Desde el cordón umbilical, la primera gran información, summa del hombre y sus circunstancias, que nos convierte en seres únicos e irrepetibles, hasta el cordón digital - a través del cual el hombre se desidentifica como individuo pero se identifica en términos de pluralidad, se construye y se reconstruye - el ser humano pasa su vida atado a la educación de la mano de sus padres y maestros e inmerso en búnkers sociales, políticos, económicos et alii, en medio de sus campos discursivos y sus sistemas de normas y reglas. Va impregnándose de un determinado modo de pensar, hablar y escribir que lo forma, lo informa y lo deforma y puede conducirlo fatalmente hacia la infantil tranquilidad de la disciplina impuesta

En el discurso, la escritura, la comunicación, hay siempre algo más y algo menos que una simple transferencia semántica. La producción de sentido se cuelga del contexto de todas nuestras enunciaciones No se puede aislar al lenguaje del discurso ni al discurso de la subjetividad del hombre que se constituye como sujeto en y a través del lenguaje, en “su” realidad. El discurso, al ser un entrecruzamiento de poder y saber, no puede considerarse como algo consolidado, definitivo, continuo, ya que pende del hilo de quién lo habla, del poder que detenta y del contexto donde se sitúa

Los discursos no son inocuos, todos producen efectos, moldean conciencias que están inextricablemente relacionadas con los sistemas imperantes. La ideología se construye y es construida por el modo en que vivimos nuestro rol dentro de la totalidad social y al criticarla estamos ya dentro de otra ideología: ideología al fin

Se viven climas esherianos, erramos sobre laberintos de palabras, paisajes semánticos sobre los que construimos mundos inestables y efímeros, en suma, discursos, regímenes de representación sin solución de continuidad que crean una realidad que a su vez nos con-forma y nos “conforma”?

El lenguaje siempre tiene el poder de construir y no solo describir aquello que representa

La imaginación social se apoya sobre un paradigma de deseos, necesidades y apetencias, una especie de mapa de rutas claras que asegura un esquema colectivo de interpretación de sus expectativas y construye las representaciones globales de la vida social y cultural que manipuladas por el poder provocan la adhesión a un sistema de valores, moldean conductas y canalizan energías

Las teorías no descienden del "topos uranos", no son arquetipos perfectos y paradigmas únicos de la realidad. Necesitan de nuestra vigilancia. Solo es posible leer en los márgenes, desbaratando los modos establecidos, desmontando la puesta en escena de la producción de ese texto, viendo a través de nuestras apariencias culturales

Nosotros mismos circulamos como textos, como intersección de textos, nos sostenemos en el lenguaje. Somos una ficción creada por los discursos, un sitio de encuentro inadvertido entre la multiplicidad y la equivocidad de las palabras, la superficie visible de una profundidad invisible

El hilo de la educación que clausuró todos los entres donde anidaba la incerteza, legitimado con ideas claras y distintas y citas que las avalaban, debería quebrarse en un gesto hacia la liberación y la creatividad, la creación y recreación constante de la realidad y en ese espacio de libertad convertirse en un arte donde se jueguen la ética y la estética de la existencia

El mundo es una pantalla y un cerebro súper saturado. Es un mundo sin afuera. Lo exterior se reencuentra en el interior porque ya estaba allí, en los sujetos formateados

Ya solo tratamos con “imágenes flotantes”, clichés anónimos que circulan por el mundo exterior, pero que también penetran en cada uno y constituyen su mundo interior, hasta tal punto que cada cual no posee en sí más que clichés psíquicos por medio de los cuales piensa, siente, se piensa y se siente, siendo él mismo un cliché entre otros en el mundo que lo rodea

Se vive una clausura vital, una adecuación al encierro - aún en medio de una exterioridad como dato mínimo - que no llega a la claustrofobia todavía, porque media una aceptación de estímulos que van siendo implantados in crescendo por un modelo que se adueñó de nuestros posibles a través de clichés que informan nuestras percepciones, nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestros enunciados, un colectivo imaginario digitalizado, que se activa cada vez que pulsamos una tecla, un mundo de autómatas de carne y hueso

Se habla, se ve y se actúa de tal forma que solo se ve aquello de lo que se habla, que solo se habla de lo que se ve y que se actúa conforma a esa relación, la redundancia como función social

Lo visible y lo enunciable se controlan mutuamente determinando a priori el lenguaje y el pensamiento de cada uno y de todos, instaurando el reino de la opinión compartida - convenientemente rebautizada “sentido común” - mientras nuestra potencia de elegir es nada más que una bitácora preestablecida, modos de existencia y pensamiento  ya listos para usar

La solidez de las relaciones de poder radica en su transversalidad, en que operan como redes, y en que cada uno de nosotros irreversiblemente habita una y por ende forma parte de la misma situación, y así, ya sea críticamente y en los intersticios, igualmente participa en la positividad del sistema, ya que la conflictividad prospera según líneas irreductibles de una estrategia unitaria. No obstante, siguehabiendo frentes de resistencia desde una paradojal clandestinidad, fisuras del modelo por las que se derrama lo imprevisible y que puede abrir paso a los pensamientos nómadas que deconstruyen las maniobras de las mayorías, y que en lugar de enunciar imperativos irrealizables se abren a las intensidades creativas y tienen en cuenta la vida

La jerarquía del poder institucionaliza la desigualdad que es la que funda el Estado. La igualdad en cambio nos exige estar alertas ante toda autoridad. Nos provoca ser indóciles. Por eso mismo, hacer una crítica de la economía política estética supone escribir y leer contra el signo, contra la identidad, contra la unidad lingüística, nacional y territorial, contra todo aquello que signifique homogeneizar, uniformar, domesticar. Supone la necesidad de hacer una crítica del lenguaje, de desconfiar del continuismo gramatical para mirar el mundo soslayando la lingüística centrista para abrir otros caminos que suspendan el nivel discursivo, el nivel simbólico del lenguaje. La resistencia a los signos nos permite descubrir que la economía a-significante del lenguaje redujo a máquinas de signos a la economía significacional de la lengua y permitió reapropiarnos de nuestro potencial semiótico y del lenguaje que nos es expropiado cada día bajo la apariencia de comunicación. El espacio no-semiótico de hecho puede resultar el espacio de otra semiótica. Lo no- semiótico es lo nuevo, lo experimental, lo no-codificado, lo no-canónico

Decía Foucault que la crítica no debe legislar, decir lo que se debe hacer, no puede ser la premisa de un razonamiento que deba concluir en una prescripción, no debe servir de ley para la Ley. Y si tiene algún sentido no es reinstalar un sujeto en una posición soberana, en un sitio por encima de las cosas sino afirmar un desafío o una resistencia a lo que es y debe ser un instrumento de insurrección que implica una toma de posición, o sea, la crítica como virtud, como respuesta a un imperativo mucho más urgente y radical que enunciar los errores o las desviaciones que pudieran alterar el progreso de las cosas


Abril 5 de 202 4