hay retinas que supuran una tristeza anónima
ojos abismados hacia dentro
no nacidos para barajar las cartas del mundo
y no es la noche la que no los deja ver
es ese misterio enredado en las heridas de la carne abierta
pasiones en sombras de un extraviado que sueña en su almohada de piedra
criaturas que viven por su cuenta entre tinieblas una intimidad que no le pertenece
quizá no era temor
y tampoco sobresalto
y tampoco sé si era ese solo no saber qué hacer con esa hambre insatisfecha
siempre perdida en los recintos oscuros
pero así lo sentía
todos los días lo veía como atravesado de niebla
como un ser inaparente que alojaba la pena de un momento breve inenarrable que no necesitaba de palabras
algo como un destello de luz interrumpido
una suerte de cesura
proyectaba una sombra compacta a pesar de la precariedad de su cuerpo
otro había sido en otro tiempo
pero siempre
lo adivino
lejos de la codicia de la abundancia de nada de la banalidad del brillo
entre olvidos negaciones y una gran ausencia
como un pasajero que peregrina el mundo huyendo de las voces ruidosas que alborotan la existencia
pasaba horas frente a mi ventana y nunca me animé a ofrecerle nada
parecía no necesitarlo
Junio 18 de 2024