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631 - Los alrededores del Mesianismo
En las primeras dos décadas del siglo XXI, el surgimiento de liderazgos fuertes ha sido un fenómeno político.

Algunos autores han planteado que su consolidación se ha logrado de la mano de procesos de sacralización política, mediante la cual se les construye una imagen de personajes providenciales, cuya misión es redimir a la sociedad de la opresión y mostrar el destino histórico hacia el cual debe dirigirse

La figura de Jesús, así como sus postulados universales revelaron el poder transformador del ideal mesiánico y del peso revolucionario que esta construcción profética generó en la historia de la humanidad, las consecuencias teológico-políticas de su aparición, y también, de la reinvención sin precedentes que el mesianismo de Jesús produjo en el tiempo histórico y político

Su objetivo era un monoteísmo político. y se desarrolló en el curso de los siglos hasta llegar a la certeza de que sólo hay un dios y de que no se adoran a “otros” dioses, sino a dioses inexistentes

El monoteísmo tiene, pues, ante todo, un sentido político. La alianza se establecía solo con dios,con uno solo. Jesús dio una interpretación de la Ley que se acercaba a la ética, en el sentido griego y moderno del término. De esa manera el pensamiento de Jesús despertó un tipo de innovación que se podría llamar filosófica, porque invirt el modo de considerar el hombre y las cosas

 

Su mensaje fue revolucionario. Enseñaba que con la materialización de la esperanza mesiánica se debería abrir paso en forma total a los aspectos universales de la religión Más aún, él o algunos de sus discípulos inmediatos llegaron a la conclusión de que en la era mesiánica ya no resultaba necesario obedecer estrictamente a la Ley

 

Más allá de los hechos particulares de su vida, la idea de un mesías como encarnación del “Hijo de Dios” o del “Hijo del Hombre” no sólo constituyó una nueva dimensión del poder soberano divino ahora materializado en el mundo, sino que transformó con su incorporación al Imperio Romano una construcción soberana teológico-política jamás imaginada para las diferentes tradiciones interpretativas mesiánicas de su tiempo y de los tiempos posteriores

 

La Iglesia católica, cuna del cristianismo, tuvo como propósito la obediencia cristiana. El interés que contribuyó a la creación del cristianismo fue una doctrina de salvación, no una filosofía ni una teoría política, pero en el nacimiento de la democracia, algunos pensadores observaron simetrías entre la religión y el credo democrático, consecuencia del carácter no racional del comportamiento del pueblo: los liderazgos políticos aparecían como una nueva religión con una extrema cercanía con el culto a los santos del pasado, y la religión se manifestaba como un sistema simbólico que permitía legitimar lo arbitrario de las relaciones de poder

 

En tanto los fenómenos religiosos se consideraban como construcciones de la sociedad para representar su unidad: era la sociedad hipostasiada en donde cada rito crea y recrea el lazo social

 

Por mesianismo político se entiende el sometimiento voluntario al redentor. Manifestaba la expectativa de un cambio profundo de la situación operado por la intervención de un líder carismático, de tipo religioso o político, en el que se concentraba el poder en manos de una sola persona fuerte, que convoca a su alrededor el culto a la personalidad y de quien los pueblos esperaban la salvación

 

El redentor sería un hombre “providencial” Pero, además, estaría caracterizado por el apego rutinario y fanático a una ideología en el campo político. El mesianismo se asume como parte de un entorno político social, con un significado meta-social: se espera que restablezca el orden y la justicia según el modelo de gobierno que el grupo específico propone y añora

 

El líder mesiánico es un ser especial, al que se debe obediencia e incondicionalidad y que se instala en el poder a partir de premisas de origen indiscutible, pues provendrían del campo de lo divino. El mesianismo requiere la voluntad y la obediencia de un público a unas órdenes impuestas. Sin esta voluntad no puede existir una relación de autoridad ya que se instala sobre una violencia simbólica a título de fe sin medios coercitivos pero perturbando los valores de los individuos y grupos sociales:es un discurso disfrazado, una violencia disimulada tras una máscara sacra. Los gestos y citas religiosas facilitan la introducción y aceptación de los modelos conductuales del líder, curiosamente muy cercano al poseído por hybris

 

El mesianismo político dispone de un fundamento religioso que administra lenguaje, símbolos, signos, significantes para las conciencias acostumbradas a los rituales de la fe

Estos recursos pueden ser peligrosamente atractivos para llenar o sustituir “las pérdidas de sentido de las masas populares”, decepcionadas de la estructura anteriormente estable y segura, pero hoy en crisis e incertidumbre

 

La sacralización del poder consiste en atribuir un carácter sagrado a la autoridad; es darle una cualidad de sagrado algo que no lo es y remite a la naturaleza de los regímenes históricamente asociados con el totalitarismo. La religión de la política no constituye un simple caso homogéneo. No se asocia exclusivamente con los totalitarismos ni con un solo tipo de régimen político ya que pueden sacralizarse las democracias, las autocracias, la igualdad y la desigualdad

 

Al crearse la separación entre lo religioso y lo político (Iglesia-Estado), lo político se vio obligado a reconstruirse desde su propia lógica. Con la ausencia de las religiones, que imprimían desde fuera los horizontes de certidumbre social, lo político deb asumir ese carácter teológico, reclamando para sí mismo la prerrogativa de determinar el sentido de la existencia humana en la tierra

 

La naturaleza del motivo es lo que determina el tipo de la dominación. El motivo de esta obediencia puede ser por intereses puramente materiales o racionales, lo que implica una relación relativamente débil. Sin embargo, los motivos netamente afectivos tampoco pueden representar los fundamentos de la dominación

 

Se necesita la creencia en la legitimidad del ejercicio del poder.

 

Para la historia, la religión política fue más que una herramienta analítica para la comprensión de las aspiraciones cuasi religiosas de los regímenes totalitarios

 

Actualmente la relación entre religión y política en América Latina ya no puede entenderse más en forma directa. Se torna difícil comprender sus complejas relaciones

Pero la religión continúa siendo un factor de cohesión social funcional a la gobernabilidad democrática

 

Se evidencia la importancia del discurso político, el sentimiento de afecto que puede generar un líder hacia el pueblo, así como el uso de la retórica semántica en los procesos de sacralización política

 

La conversación forma parte de la actividad humana como práctica social, al igual que la retórica que es un discurso calculado para influir en un auditorio hacia un cierto fin particular además de que la relación que tiene la afectividad con la conversación proviene de que los sentimientos se manifiestan en la interacción a través de los modales “grandilocuentes”

 

La sacralización de los líderes políticos actuales fue articulada sobre la raíz de ciertos arquetipos reconocidos por estas sociedades; lo que hace posible conectarse más fácilmente con sus creencias, y de esta forma anclar la efectividad para otorgarle significación a la experiencia política, superar el déficit motivacional, cohesionar a los seguidores y otorgarle legitimidad al poder

 

Una de las características más usuales de las sacralizaciones políticas es revestir a las figuras sacralizadas con la condición de un buen padre de familia. Se presentan arquetipos que están anclados en el sentir de la sociedad argentina, y que se desarrolla en vida del presidente, en la cual subyacen elementos católicos anclados fuertemente en la sociedad, con la relectura que de ellos hace la militancia radicalizada.

 

La tendencia a la sacralización viene dirigida desde el poder, por lo cual se trata de un fenómeno abiertamente estratégico que tiene la intención de cambiar, desde el discurso, la forma de pensar del receptor con fines determinados. Como estrategia política, tiene la función de acaparar los sentimientos y pensamientos del auditorio para aumentar el poder del líder y de su entorno

Hay figuras que se han presentado ante el pueblo como líderes mesiánicos, que vienen a salvar a sus naciones de la crisis y la corrupción

 

Estos jefes se consideran superiores y elegidos, presentan personalidades hostiles y con resentimiento, con actitudes paranoicas y narcisistas. No conciben el diálogo y la negociación, sino la imposición y el control midiendo otros dentro de sus propios términos y en la permanente relación “amigo-enemigo”

 

La aparición de una sacralización política y la articulación de trascendencias inmanentes en los regímenes democráticos no implican una anomalía. No solamente se debe pensar que se origina en regímenes totalitarios. La religión de la política no constituye un simple caso análogo; no puede asociarse exclusivamente con el totalitarismo ni con un solo tipo de régimen político. Pueden sacralizarse inclusive las democracias. Ello dependerá, además del liderazgo carismático, de la legitimidad

 

Plantear el mesianismo actualmente es muy diferente a como se visualizaba en el siglo XX. El mesianismo se refería a una persona. Es a la figura de Jesucristo la que todos relacionan con el término mesías. Actualmente, en el siglo XXI un liderazgo de carácter mesiánico no es cosa de una persona, sino de un conglomerado de personas inspirados por una causa común.

 

 

En la actualidad, la idea mesiánica está presente no solo en las creencias y prácticas de los grupos fundamentalistas, sino también en otros ámbitos de la vida moderna, como en ciertos discursos científicos que advierten del fin del mundo, así como en las celebraciones y conflictos religiosos

 

Para comprender su importancia actual, es necesario un enfoque postsecular que no distinga tajantemente lo religioso-espiritual de lo racional moderno o laico debido a que, precisamente, el mesianismo (o la idea mesiánica) articula y le otorga significado a una serie de acciones de muy diversa índole que se relacionan directamente con la preparación de las personas para tratar de moldear el futuro ya previsto

 

A pesar de su origen milenario, la idea mesiánica (o de redención al final de los

tiempos) se mantiene vigente en la sociedad occidental contemporánea y, como pocas, se va transfigurando al compás de sus mismas transformaciones,generadora de muy diversos imaginarios y de acciones tendientes a preparar su llegada

 

Se considera que los mesianismos más representativos son aquellos también denominados integristas o fundamentalistas, y que, bajo la guía de un liderazgo carismático, organizan la vida de sus adeptos de acuerdo con las escrituras sagradas. También existe otro tipo de manifestaciones de la religiosidad popular que adquieren significado a partir de la idea mesiánica. La creencia en la salvación definitiva motiva un tipo de acción enfocada no a resolver los problemas del presente, sino a enfrentar el futuro o lo que se sabe está “por venir”

 

Con el advenimiento de la modernidad y del pensamiento ilustrado la idea mesiánica se fue secularizando y asimilando en la ideología del progreso, esa abstracción que nos ofrecería una mejoría constante en las condiciones de vida y un avance definitivo en la ciencia y la tecnología, que nos permitiría superar cualquier crisis que se nos presente

 

No es casual que el discurso científico contemporáneo ocupe el lugar del antiguo discurso mesiánico producido por la iglesia católica, en relación con el peligro que representa no estar preparados para el fin irreversible del mundo

 

La naturaleza que se vuelve contra la humanidad parecería ocupar el lugar del mesías vengador que restablecerá el orden natural pero ya sin la presencia del ser humano. Todo lo que está por venir representaría una amenaza, la esperanza para la especie se diluiría en la imagen secular de que no habrá un retorno ni vuelta atrás. Desde esta perspectiva, hay una confluencia del pensamiento científico y el religioso, ya que no resultan opuestos, radicalmente distintos o excluyentes. Por el contrario, derivado de la matriz mesiánica confluyen en relación con un elemento central: la predictibilidad, o sea, la capacidad de predecir o, al menos, prevenir el futuro, que está en la esencia de la escatología y de la redención final

 

La ontología agambeniana también toma como modelo al mesianismo, pero éste no podría ser entendido en términos religiosos; ya que esta ontología es también una propuesta política. Si bien buena parte de su propuesta ancla en el tema teológico, no implicaría que su proyecto filosófico pueda reducirse a una relectura del cristianismo. Por eso, afirma

 

Lo que me interesa en los textos de Pablo, no es tanto el dominio de la religión, cuanto este ámbito puntual que tiene relación con lo religioso, pero que no coincide con él, que es lo mesiánico muy próximo a lo político

 

Y afirma su coincidencia con Benjamin

 

Ahí se encuentra otro autor decisivo para mí, que no es en absoluto religioso: se trata de Walter Benjamin, quien piensa lo mesiánico como paradigma de lo político o, digamos, del tiempo histórico

 

Walter Benjamin nos ofrece una propuesta heterodoxa y crítica de las interpretaciones mecanicistas de la modernidad, el individualismo y su idea del tiempo lineal y nos ayuda a entender las ambiguas conexiones entre lo secular y la política moderna

Como lo han señalado varios autores en sus reflexiones sobre la modernidad, Benjamin no excluye la tradición del mesianismo judío, sino que la integra con una visión crítica de la sociedad capitalista moderna. En su breve ensayo “Sobre el concepto de historia”, este autor distingue el tiempo de la modernidad, homogéneo y vacío, del tiempo mesiánico, un futuro lleno de contenido, porque se sabe de la venida del mesías o, para los cristianos, de su regreso.

 

Dice Benjamin

 

La concepción de un progreso del género humano en la historia es inseparable de la concepción del proceso de la historia misma como si recorriese un tiempo homogéneo y vacío. La crítica de la idea de este proceso debe constituir la base de la crítica de la idea del progreso como tal

 

Esta distinción no es absoluta ni excluyente, el mismo Benjamín señala que en el tiempo actual están dispersas semillas del tempo mesiánico y aclara la relación entre el tiempo actual y el tiempo mesiánico en su relación con el futuro; expone dos ejemplos, el de los adivinos quienes no consideraban el tiempo vacío y trataban de extraer lo que se oculta en su seno, y el de los judíos, a quienes les estaba prohibido investigar el futuro

 

 

a pesar de esto, el futuro no se convirtió para los judíos en un tiempo homogéneo y vacío porque en dicho futuro cada segundo era la pequeña puerta por la que podría entrar el mesías

 

Esta idea del tiempo mesiánico, le permite a Benjamin resolver las paradojas y problemas de la forma de tiempo. Para Benjamin, el tiempo tiene una cualidad plástica, es decir, se puede moldear, no tiene una dirección o sentido definido, viaja en todas las direcciones y está en todos los lugares. Si quisiéramos representarlo de alguna manera, sería infinito y curvo, por consiguiente, cada momento (o punto de la curva) remite a la totalidad o, dicho de otra manera, cada momento es una representación del infinito

 

Lo que le otorga significado es precisamente la idea mesiánica, es decir, de realización. Solo a partir de esa idea es que cada momento del comportamiento de una persona adquiere sentido, un tema trascendente en la cultura cristiana

 

En la modernidad, la forma lineal o puntuada del tiempo (pasado, presente y futuro) gana presencia y se naturaliza por completo, y en la sociedad tecnocrática el pasado y el presente se subordinan al futuro (como en el mesianismo), lo que se manifiesta en la gran importancia que para la gobernabilidad adquiere la elaboración de planes, programas y proyectos (sean de actividades, acciones o políticas a desarrollar)

 

Promovida por los cristianos primitivos, frente al judaísmo y al interior del imperio romano, la idea mesiánica se sigue reproduciendo no solo sin intervención de la autoridad o de la Iglesia misma, sino frecuentemente en su contra o en contra de cualquier autoridad o gobierno formal. En su versión popular, el mesianismo desde sus orígenes contiene claros mensajes sobre el fin de la dominación política y de la desigualdad económica.

 

El racionalismo moderno y liberal no temeroso ya de la anarquía propiciada por una utopía apocalíptica, sino más bien viendo en ella los aspectos positivos inherentes a la libertad, al vincular el mesianismo con la idea de un progreso sin fin y con la tarea de llevar a la humanidad a su plenitud, ha sometido la idea mesiánica a un proceso de secularización y de progresiva universalización, que le ha liberado de elementos restauradores y ha potenciado en ella los elementos utópicos. Bajo esta perspectiva, en tanto que los elementos racionales e históricos del mesianismo pasaban a un segundo plano, la interpretación universalista ganaba terreno

 

La renovación de las imágenes del fin del mundo en la ciencia y la política ha sido constante desde la aparición de la amenaza atómica de mediados del siglo XX. Se continuó con la crisis ecológica y se ha renovado con el problema del cambio climático y las sucesivas pandemias que han aparecido en las últimas décadas

 

Lo característico de estas crisis o catástrofes es que, en gran medida, han sido provocadas por la ampliación y aplicación desmedida del conocimiento científico con fines de lucro. Frente a este panorama, el término de religiosidad como opuesto a lo racional, ajeno a las creencias, resulta demasiado limitado para aprehender todas las manifestaciones de la idea mesiánica, sobre todo aquellas a que nos enfrentamos en la actualidad.

 

El estudio del imaginario religioso o de lo sagrado, desde las ciencias sociales, estuvo atado hasta hace muy pocos años a la discusión sobre el secularismo y el proceso de secularización (que se equiparó con el de modernización). ha sido la continuidad de la búsqueda de salvación, por distintos caminos y la generación de muy diversas opciones espirituales lo que cuestionó esta distinción tajante impuesta por el pensamiento secular occidental.

 

El núcleo principal de esta idea -fin del mundo, salvación y redención- ha sido, en la historia de la humanidad, de los más prolíficos en la generación de múltiples e inabarcables imaginarios, no solo religiosos sino seculares, en lo que el saber y el creer se confunden en la conformación de nuevos ordenamientos sociales, en los que las dicotomías establecidas por el pensamiento moderno se han borrado.

 

La presencia de la idea mesiánica, en el tiempo de la modernidad, nos permite reflexionar en imaginarios que trascienden las religiones instituidas y, por consiguiente, las definiciones clásicas de religión (como sistemas de creencias o símbolos sagrados) y nos enfrenta al reto de generar herramientas para observar las múltiples conexiones de los imaginarios del tiempo, en especial del futuro, en la vida social, política y económica de las personas

 

Sólo cuando el hombre individual real recupera en sí al ciudadano abstracto y se convierte como hombre individual en ser genérico, en su trabajo individual y en sus relaciones individuales, sólo cuando el hombre ha reconocido y organizado sus propias fortalezas como fuerzas sociales y cuando, por tanto, no separa ya de sí la fuerza social en la forma de fuerza política, sólo entonces se lleva a cabo la emancipación humana

 

 

 

Junio 21 de 2024