De todo aquello que nos sujeta a una forma de identidad, a un mundo de interioridad preexistente y nos impide ver nuevas maneras de ser, distintas dimensiones de uno mismo
En el cosmos de las cosas hay aberturas, innumerables aberturas apenas dibujadas. Pocos son aquellos que las perciben y les dan importancia; más raros aun aquellos que las excavan en una experimentación creadora
Esta ceguera también aparece en el nivel de los fenómenos cuya pureza se pierde a fuerza de ver en ellos la manifestación de una cosa que existe. Así, se reconduce su carácter fenoménico hacia aquello de lo cual es manifestación
La fenomenalidad del fenómeno es una suerte de estructura, que una nada basta para disipar - el alma del momento-
Hay quienes no ven “el alma” o el punto de vista envuelto en la forma, la arquitectura que despliega, en suma, el modo de existencia que le es propio. Esto sucede por una simple razón: porque se percibe según un punto de vista que se apoya sobre otros datos adquiridos, heredados, para establecerse y asegurar la continuidad de un mundo
¿No se debería entonces romper con la actitud natural para acceder a una conciencia renovada del fenómeno, “volver a las cosas mismas” como lo pretende la fenomenología?
A los ojos de Souriau, la fenomenología tampoco consigue asir el “alma” del fenómeno a pesar de su precavido método, porque ella no captaría las cosas desde el interior, sino desde afuera, según el punto de vista de la conciencia que observa. Su perspectiva sería siempre la de la conciencia y no la del fenómeno mismo y pone entre paréntesis el fenómeno, en su presencia real y en su inmediatez, para conservar aquello que el mismo implica y exige. un empuje hacia algo distinto de sí mismo. De este modo, la fenomenología es donde menos se puede buscar el fenómeno . Se sabe, el lugar más oscuro se halla debajo de la lámpara
¿Qué quiere decir captar las cosas desde el interior?
¿Cómo comprender que el fenómeno expresa un punto de vista, que esté animado de una perspectiva propia?
Simplemente, teniendo en cuenta que percibir no es observar desde afuera un mundo desplegado delante de uno mismo, sino, al contrario, entrar en un punto de vista
La percepción es participación. Nuestra perspectiva se encaja en otra perspectiva, nuestro punto de vista en otro punto de vista,como si hubiera una intencionalidad, o mejor, un principio de orden visible en la estructura del fenómeno
No tenemos otra perspectiva sobre el mundo, sino que es el mundo el que nos hace entrar en una de sus perspectivas
El Ser no está cerrado sobre él mismo, encerrado en un en sí inaccesible, está continuamente abierto por las perspectivas que suscita. Las perspectivas abren el Ser, lo despliegan, exploran sus dimensiones y sus planos innumerables
Es necesario despejar el punto de vista expresado por tal o cual modo de existencia en lugar de subordinar todos al punto de vista de la conciencia
Todo modo de existencia envuelve un punto de vista, y eso es lo que lo distingue de la pura y simple existencia
Se trata de hacer ver,de volver perceptibles nuevas clases de seres, que sino serían invisibles, expulsar del plano todos los clichés heredados que tapizan los planos, los presupuestos, los prejuicios y las ilusiones, que obstaculizan la renovación de la percepción -aguas deleuzianas
El filósofo al escribir ha querido emplazar objetivamente entre los hombres un medio de hacerles ver ciertas cosas de una cierta manera. Ha construido para ellos ese monumento que ha confiado a la escritura y que coloca en medio de ellos
Hay que purificar el campo de la experiencia de todo aquello que impide ver
Despejar un plano de experiencia puro, pero
¿qué hay que quitar para finalmente ver?
Las respuestas varían de un filósofo a otro
Platón describe personajes prisioneros de las apariencias que no pueden ver el mundo de las esencias. Lo que hay que quitar es la realidad cambiante de las apariencias sensibles que interponen una pantalla a la contemplación del mundo de las Ideas, formas puras de toda alteridad, de toda alteración y solo puede contemplarlas un pensamiento que se vuelve por sí mismo pensamiento puro
Descartes ya no busca una forma pura de toda alteridad sino una forma de interioridad, pura de todo elemento exterior
En la fenomenología se trata de trazar un plano destinado a hacer ver lo que de lo contrario permanecería invisible, el mundo originario de las esencias de lo vivido
Siempre se trata de constituir un plano de experiencia pura, y de expulsar toda forma de identidad o de interioridad preexistente
La experiencia es pura si está libre de toda esencia o de toda conciencia. Se parte del grado cero de la experiencia para hacer ver cómo se construyen las experiencias vividas
Esta purificación necesita de personajes que revelen dichos planos. Así Platón necesita sacar un prisionero de la caverna y Deleuze-Guattari tienen la necesidad de introducir personajes, un par de ojos para poblar el plano que trazan y animar sus conceptos
En el punto de vista de cada filosofía se ve un personaje ideal, un testigo ideal e interior que la obra instituye para constituirse por relación a él, y con el cual será preciso que toda alma, en contacto con la obra, se identifique más o menos
Los personajes de las filosofías empiristas ya no aspiran a las esencias, tienen una cierta inocencia, carecen de presupuestos, están abiertos a todas las potencialidades de la experiencia pura, pero su manera de ser “puros” es paradójicamente la de estar abiertos a la mayor heterogeneidad posible, en ese sentido profundamente “impuros”, capaces de todas las metamorfosis, de cabalgar sobre varias perspectivas y de circular a su través. Ya no acceden a las esencias porque sobre este nuevo plano ya no hay “sí mismo”, no hay sustancias ni esencias
Podría afirmarse que lo dicho anteriormente sería solamente válido para la filosofía y no para las artes, pero no es así, nos encontramos con tentativas para establecer un plano que dé a ver lo que sino sería invisible y que alcanzaría una suerte de experiencia pura a partir de reconstruirlo todo de nuevo
En la literatura hay, por ejemplo, personajes que parecen resultar de un proceso de reducción ya que encarnan una forma de experiencia pura, una suerte de grado cero. Estos personajes no saben más que los otros y han conservado una inocencia y una candidez de las que los otros no son capaces. Un ejemplo, el Idiota de Dostoievski, o los americanos de Henry James. Son los que encarnan el proceso de reducción pues hacen ver de otro modo. No solo hacen ver las bajezas, las maldades, la suciedad de la “moralina” de su entorno, sino que nos hacen ver que los demás no las ven, que desde hace tiempo han dejado de verlas. Son personajes que obran como espejos o intensificadores de la experiencia
Robinson es un personaje que podía encarnar el grado cero de la experiencia ya que ha perdido todo durante su naufragio, la ocasión ideal para despojarlo de todos los principios heredados del sistema, de sus presupuestos y ambiciones, pero retoma la misma tarea de siempre, edifica, capitaliza, coloniza las almas. Para interesar a la literatura y a la filosofía era preciso que el naufragio se convirtiera en un verdadero proceso de reducción, que Robinson saliera profundamente transformado y se volviera apto para ver lo que ningún otro podía ver
Así, Michel Tournier nos pinta un Robinson que deviene el personaje de una experiencia pura, la de un mundo sin otro. La organización de su mundo se disloca a medida que se borra la presencia del otro. Todos sus presupuestos, sus convicciones heredadas, sus deseos, sus ilusiones, se borran. Un mundo nuevo aparece, un mundo primordial donde Robinson se abre a las metamorfosis: es una purificación como una desertificación deleuziana en la que la materia y el pensamiento se vuelven a un mundo de antes o de después del hombre para explorar sus potencias
Lo mismo ocurre con las artes visuales cuando necesitan dar vuelta la página para recomenzar todo. Es una experiencia pura o grado cero destinado a limpiar la percepción. Ya no se trata de despejar una forma o una cualidad pura, como no se trata de alcanzar una pura materia ( Rauschemberg y sus White Paintings y Black Paintings)
Se trata de partir de una suerte de material mitad físico, mitad mental, que recarga la pintura de potencialidades. Lo que distingue al material de una cierta materia es el hecho de que está animado de fuerzas,de dinamismos internos que hacen de él una realidad viviente cuasi psíquica
El material es la materia que deviene espíritu
Todo el esfuerzo consiste justamente en ponerse a la altura del material y en seguir sus vectores, sus intencionalidades, lo cual supone haber renunciado a la intencionalidad de la conciencia como dadora de sentido
El espíritu se pone en movimiento a partir de lo que le es presentado, se adhiere totalmente a ello, se alinea ...El arte debe nacer del material y de la herramienta y debe conservar la huella de la herramienta y de su lucha con el material
Dubuffet
Seguir las potencialidades del material, incluso, y, sobre todo si conduce a conexiones inesperadas. Puro ya no remite a esencias sino a un material compuesto. Estas obras solo son posibles a condición de haberse deshecho de todos los presupuestos relativos a la esencia. La obra se hace por conexión, empalmes múltiples entre elementos encontrados aquí o allá, “inesenciales”
En la reducción perspectivista llevada adelante por Souriau se trata siempre de alcanzar una experiencia pura y lo que desaparece es la preexistencia de un mundo exterior común, el nuevo presupuesto del que hace falta deshacerse. Esto no quiere decir que la existencia del mundo es puesta entre paréntesis(epojé). Lo que desaparece no es el mundo sino la idea de un mundo común. El error es creer que las perspectivas se añaden desde afuera a un mundo preexistente sobre el cual ellas tienen un punto de vista. Ellas no son exteriores al mundo, sino que es el mundo el que es interior a las perspectivas
Según Souriau es preciso entrar en una perspectiva y seguirla hasta su consumación, su máximo, su presencia lúcida. Cada existencia debe ser conducida a su mejor estado, instaurando así el plano que le pertenece como propio. No se trata de ser tal o cual, sino de conquistar nuevas maneras de ser como otras tantas dimensiones de uno mismo
El problema de la existencia no es el de su facticidad, el de su irreductible contingencia o el de su absurdo. El problema es más elemental: se trata de existir realmente. Según Souriau, uno solo es real a condición de haber conquistado su derecho a existir
pero ?qué pasa con los que viven en un mundo desposeídos de cualquier derecho?
Ya no tienen nada que les pertenezca, pero la desposesión se ha vuelto en ellos una conquista,una suerte de condición a priori. Ya no reivindican ningún derecho. En Beckett, por ejemplo se nace desposeído,
He debido renunciar antes de nacer, de otro modo no es posibles
La diferencia con Kafka es que ellos ni siquiera sufren por ese estado de desposesión, y lo que los caracteriza y les da una fuerza cósmica es su pretensión, la pretensión de “terminar con esto”: no hablar, no ver, no pensar, no moverse. Pero nunca pueden satisfacer su pretensión, no acaban de terminar. Siempre subsisten restos, vibraciones que lo impiden, por lo tanto no acaban de terminar “para terminar de nuevo”. Descubren lo interminable y ya no es el proceso como en Kafka, sino el final
Los personajes de Beckett son “resonadores” de una vitalidad, una fuerza que no les pertenece, sino a la cual ellos pertenecen. Son nuevos modos de existencia y la distancia no va de un mínimo hacia un máximo sino hacia una nada. Un principio de disminución sustituye un principio de ampliación. Ya no nos elevamos. Caemos. Y es por pérdida, por disminución que aparecen nuevas entidades, casi inexistentes, casi nulas
Esta es una tendencia que atraviesa todas las artes, la tentativa de poblar con nuevas entidades algunas zonas consideradas estériles o inhabitadas para la sensibilidad. Así las artes se han chocado con el límite de sus posibilidades en su deseo de alcanzar puras cualidades abstractas: lo blanco, lo negro, el silencio, la nada como límites supremos que encarnan el final o la quintaesencia. Cage, Malevitch, Rauschenberg, Robert Ryman, Warhol
Allí donde algunos no verán más que la abstracción de una cualidad pura, otros verán la superficie reflectante de movimientos, de desplazamientos ínfimos, inducidos por un cambio de escala en la percepción. El límite se encarna ahora en una membrana viviente y sensible. Todo se pone a vibrar, no solo el oído, la tela, la piel, la imagen cinematográfica, cualquier cuerpo vibra
Lo concreto no es la materialidad de los cuerpos en sí mismos, sino el ruido de su vibración en el límite de lo audible o de lo visible
No se trata de alcanzar el silencio sino de que el final se aproxime a lo imperceptible
Cage
Todo lo dicho no quiere decir que ya no hay abstracción sino que la abstracción deja de ser un límite último para devenir perceptible. Ya no captar lo que surge de la bruma sino la bruma misma como una abstracción inmanente a la percepción misma
Todas las artes se ven afectadas por una transversalidad y por formas de reciclaje y de hibridación que las vuelven multimedia. Son plurimodales y transmodales y tal vez deberían pasar por la reducción, el blanco, el silencio, el negro como grados cero. Una manera de limpiar la percepción, de lavarse los ojos para volver a encontrar la fuerza de ver y hacer ver. De lo contrario, en lugar de instaurar no hacemos más que duplicar, desviar o parodiar. La catástrofe es necesaria como punto de conversión del límite. Así sucede cuando lo imposible abstracto se transforma en un campo de potencialidades o de pregnancias, al decir de Souriau
La reducción ya no sirve para reunirme con la cualidad pura o la esencia sino que permite que nos abramos a lo inesencial, a los elementos heterogéneos impuros a través de los cuales se hace la experimentación. De esta forma el arte deviene captación y composición de heterogéneos en lugar de encaminarse interminablemente hacia su supuesta esencia
Julio 25 de 2024