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645 - Pier Paolo Pasolini. Un amor sin límites
No solo leemos, sino que releemos, revisitamos a aquellos autores que supieron despertar y alimentar nuestras pasiones, revivimos un tiempo interrumpido, lo vivimos simultáneamente en la intensidad de un instante, de una palabra, de una imagen

Hoy nos rodea la gestación constante de la novedad que lleva en sí misma el estigma de su decadencia. Las obras de Pier Paolo Pasolini. en cambio, exigen una revisión del tiempo de la experiencia, a través de la complejidad de lo real, al señalar potencialidades inexploradas, al desmarcarse de los límites estereotipados de la estética consensuada y enclavar su obra en el territorio de la ética, de la política, de la religión y del mercado mismo

Pasolini era lo que podríamos llamar un “incómodo referente de in-actualidad” No vivía en su tiempo, sino en el de sus críticos y opositores y se veía obligado a aceptar su degradación

El tiempo de la homologación por el consumo acelerado de todo: entretenimientos fáciles de digerir, desechos del manoseo de lo natural que preanunciban la lenta subordinación del progreso al desarrollo capitalista para el que la vida era un juego, una apuesta a ganar o perder. Esta es la nueva condición humana, el Estado como una nueva forma de producción de la humanidad

En tiempos de brutal repetición y relajación , Pasolini seguía siendo único, el diferente

¿Cómo pensar hoy esta realidad, todo lo que nos sucede - que es nada más que la continuación de lo señalado por Pasolini, en medio de este ruido ensordecedor del mundo, de toda esta gran banalidad corregida y aumentada cada día?

¿Cómo pensar la realidad, la experiencia del peligro inminente que hace de los seres peregrinos errantes?

Solo quien es mítico es realista

Quería indagar, saber exactamente qué era la condición humana, política y social a la que habían arribado y en la que los seres seguían forzados a vivir como si de un cataclismo natural se tratara, una de las más nefastas y degradantes ilusiones del llamado “estado de bienestar”

La indiferencia ante el sufrimiento humano era una nueva forma de crueldad, de asesinato camuflado porque al negar la condición humana como derecho propio, tanto como la del diferente, se negaba también la nuestra

Consumiendo más allá de la carencia vital hemos destruido cínicamente un mundo real transformándolo en una irrealidad total

 

Haber gobernado mal consiste en no haber hecho de la tolerancia una conquista. Al imponerla se transforma en la peor de las intolerancias, o sea, la tolerancia, patrimonio de la mayoría aparece bajo su nueva forma de “cualidad de masa” que tolera las infracciones que no resultan incómodas, porque los bienes superfluos, el consumo “democratizado” y por tanto, la paralela intolerancia son fenómenos que caracterizan al nuevo poder, poder de producción, y tal poder emergente es el capitalismo

Por eso, la sociedad de consumo es un nuevo totalitarismo que invierte toda la esfera del hacer humano, incluida la más íntima que había provocado en Italia lo que Pasolini llamaba un cambio antropológico: la sociedad sufría el cambio cultural más profundo de la historia, aceptar la inaceptable evidencia del presente

No sé qué es verdad ni cual de las verdades es verdadera. No sé qué es esa cosa llamada verdadera

Si no hay verdad sino una verdad dentro de muchas verdades

Sé sin embargo que existe un mercado que vende respuestas mágicas a la pregunta qué es verdad

y a la confusión que genera la multitud de respuestas posibles

Un tipo de diversidad que la falsa tolerancia permite. Un mercado de remedios contra la mentira, ,como si mentira fuera todo lo que no es verdad porque todo lo que no es verdad o mentira es duda y se duda cuando no se sabe o no se puede procesar la información para venderla como conocimiento

Pone el acento en la tarea del intelectual, no solo por discernir las formas en las que se manifiesta el intelecto sino por cuestionar y replantearse los usos del lenguaje ya que el lenguaje del hombre no es el lenguaje de las cosas – porque por su carácter fáustico, el abismo que separa el pensar y sus consecuencias continúa siendo incontestable

Ser radical es hablar desde la raíz misma de la propia vida

Pasolini se encerró en su soledad porque puso entre paréntesis el orden de la realidad simbólica de su tiempo

Al hablar su verdad empuñaba un arma peligrosa y no había quien lo hiciera y tampoco importaba, porque las estrategias de seducción ya habían pintado otro paisaje y habían reciclado los deseos de las gentes

Al descubrir la incapacidad expresiva de la palabra, Pasolini abraza el cine donde encuentra los ecos de las fuerzas míticas que parecían haberse evaporado para siempre, desde un lenguaje pre-cultural espontáneamente literario comprendido por muy pocos. No representaba, leía la realidad con lo real

Con el uso del dialecto de su lengua materna, logra acercar el lenguaje y la experiencia que lo transportan a un pasado mítico porque la palabra se transforma en nombre propio, no comunica nada y solo se comunica a sí misma. Cada palabra es una experiencia,una especie de lengua adámica donde el nombre y las cosas son idénticos, una lengua que es como la acción, como el cuerpo, como la imagen, como el cine,donde lo que dice el lenguaje es claro y directo. No es lo anecdótico. No es lo que "cuenta"

La disolución del sujeto como principio ordenador de la realidad es el punto de partida que le permite recuperar esa totalidad mítica en la que ya no hay ni sujeto ni objeto y que le permite estar en condiciones de hablar “otros” lenguajes y de vivir otros tiempos

Ante las circunstancias que vive, Pasolini atraviesa un calvario de silencio que habita en el lenguaje y que como un abismo separa el yo de las cosas y es a través de la poesía como expone ese silencio que le atormenta

- tantas palabras, toda la poesía del mundo y las cosas siguen mudas, al igual que la experiencia que sigue siendo inescrutable -

Pier Paolo Pasolini es más que una voz fuerte e intempestiva del pasado, es un profeta, una profecía encarnada que se cumple a cada paso, por eso es actualidad, no porque se lo reconozca desde categorías actuales sino porque su pensamiento, su obra y su persona son actuales

La pasión es seguir el firme destino de un foco, un rayo de luz seguro, la nítida resolución de un destello. Es voluntad de permanencia más allá incluso incluso de uno mismo

Si nada trasciende, si se agotan los flujos y se atrofian los canales ya es imposible el relato

El fin de la historia es el fin de los relatos porque quien narra no encuentra acontecimiento alguno que narrar

Poeta, escritor, dramaturgo, novelista, antropólogo, filólogo, ensayista , cineasta, iba siempre tras el lenguaje oculto de la realidad sin olvidar jamás la sacralidad de las cosas

 

 

Insoslayable comentario de John Berger sobre Pier Paolo Pasolini

De cómo llevar el coro en la cabeza (repost 399)

 

 

Disperazioni senza un po di speranza. Pier paolo Pasolini 1922-1975

Si digo que era un ángel, creo que no se podría decir nada más estúpido de él. ¿Un ángel pintado por Cosimo Tura? No. ¡Hay un San Jorge de Tura que es su vivo retrato! Le horrorizaban los santos oficiales y los ángeles beatíficos. Entonces, ¿por qué decirlo? Porque su habitual e inmensa tristeza le permitía compartir bromas, y la expresión de su rostro afligido repartía carcajadas adivinando quién las necesitaba más. Y cuanto más íntimo era su contacto, más lúcido se volvía. Podía hablarle a la gente con suaves susurros sobre las cosas terribles que le pasaban y, en cierta manera, sufría un poco menos. "... ...”porque nuestra desesperación nunca está exenta de un poquito de esperanza".

Creo que dudaba mucho sobre sí mismo, pero nunca de su don profético, que quizá fuera lo único de lo que le habría gustado dudar. Sin embargo, al ser profético, viene en nuestra ayuda para interpretar nuestras vivencias actuales. Acabo de ver una película de 1963. Es asombroso que nunca se distribuyera. Llega como un mensaje providencial que, más de cuarenta años después, es arrastrado a nuestra playa dentro de una botella.

En 1962 la televisión italiana tuvo una brillante idea: la de invitar a un director de cine a responder a la pregunta: ¿por qué en todo el mundo se teme a la guerra? El director tendría acceso a los archivos de los informativos televisivos del periodo 1945-1962 y podría editar el material que quisiera y redactar un comentario para acompañarlo. El programa sería de una hora. La pregunta era "candente" porque, en ese momento, el miedo a otra guerra mundial cundía realmente por doquier. La crisis de los misiles nucleares entre Cuba, Estados Unidos y la URSS había tenido lugar en octubre de 1962.

La televisión preguntó a Pasolini, que ya había realizado Accattone, Mamma Roma y La ricotta, y que era una figura polémica habitual en los titulares. Y éste aceptó. Rodó la película y la tituló La rabbia [La rabia]. Cuando los productores la vieron, les entró miedo e insistieron en que otro director, el periodista Giovanni Guareschi, bien conocido por sus ideas derechistas, hiciera una segunda parte y que ambas películas se presentaran como si fueran una sola. Al final, ninguna de las dos se emitió.

Yo diría que La rabbia no se inspira en la cólera, sino en un feroz sentido del aguante. Pasolini observa lo que ocurre en el mundo con una lucidez inquebrantable. (Hay ángeles dibujados por Rembrandt que tienen la misma mirada). Y lo hace porque la realidad es lo único que podemos amar. No hay nada más. Su rechazo de las hipocresías, medias verdades y falsedades de los codiciosos y los poderosos es total, porque alimentan y fomentan la ignorancia, que es una forma de ceguera frente a la realidad. También porque profanan la memoria, incluso la memoria del propio lenguaje, que es nuestro principal patrimonio.

Sin embargo, la realidad que amaba no podía asumirse sin más, porque en ese momento representaba una decepción histórica demasiado profunda. Las antiguas esperanzas que florecieron y se ampliaron en 1945, después de la derrota del fascismo, habían sido traicionadas. La URSS había invadido Hungría. Francia había iniciado su guerra cobarde contra Argelia. El acceso a la independencia de las antiguas colonias africanas era una farsa macabra. Lumumba había sido liquidado por los títeres de la CIA. El neocapitalismo ya estaba planificando su toma del poder mundial.

Sin embargo, pese a todo, lo que se nos había legado era demasiado precioso y demasiado problemático como para abandonarlo. O, dicho de otra manera, era imposible dejar a un lado las tácitas y ubicuas exigencias de la realidad. La exigencia que había en la forma de llevar un chal. En el rostro de un muchacho. En una calle llena de gente exigiendo menos injusticia. En la carcajada de sus expectativas y en la temeridad de sus bromas. De ahí surgía su cólera frente al aguante.

La respuesta de Pasolini era sencilla: la lucha de clases explica la guerra.

El filme termina con un soliloquio imaginario de Gagarin, que, después de observar la Tierra desde el espacio exterior, comenta que todos los hombres, vistos desde esa distancia, son hermanos que deberían abjurar de las sangrientas prácticas del planeta.

Sin embargo, lo esencial es que la película contempla experiencias que se suelen dejar de lado. La frialdad del invierno para los indigentes. La calidez que el recuerdo de los héroes revolucionarios puede reportar, el carácter irreconciliable de la libertad y del odio, el aire campesino del papa Juan XXIII, cuya mirada sonríe como una tortuga, las culpas de Stalin, que eran las nuestras, la diabólica tentación de pensar que las luchas han terminado, la muerte de Marilyn Monroe y la belleza, que es lo único que queda de la estupidez del pasado y el salvajismo del futuro, la naturaleza y la riqueza, que son la misma cosa para las clases pudientes, nuestras madres y sus lágrimas hereditarias, los hijos de los hijos de los hijos, las injusticias que surgen incluso de una noble victoria. Los comentarios que se superponen a la filmación en blanco y negro los hacen dos voces anónimas, que en realidad son las de dos amigos suyos: el pintor Renato Guttuso y el escritor Giorgio Bassani. Una es como la voz de un comentarista apresurado y la otra como la de alguien medio historiador y medio poeta, la voz de un adivino.

La primera voz nos informa y la segunda nos recuerda. ¿El qué? No exactamente lo olvidado (es más astuta), sino más bien lo que hemos decidido olvidar, y con frecuencia esas decisiones comienzan en la infancia.Pasolini no olvidó nada de su infancia: de ahí que en su búsqueda coexistan siempre el dolor y la diversión. Se nos avergüenza por nuestro olvido.

Las dos voces funcionan como un coro griego. No pueden influir en el resultado de lo que se nos muestra. No interpretan. Cuestionan, escuchan, observan y dan voz a lo que el espectador puede estar sintiendo, con más o menos incapacidad para expresarlo. Y lo logran porque son conscientes de que el lenguaje, al compartirlo los actores, el coro y los espectadores, es el depositario de una antiquísima experiencia común. El propio lenguaje es cómplice de nuestras reacciones. No se le puede engañar. Las voces se alzan, no para rematar un argumento, sino porque, dada la longitud de la experiencia y el dolor humanos, sería vergonzoso que no dijeran lo que tienen que decir. Si no se dijera, nuestra capacidad para ser humanos se vería algo reducida.

En la Grecia antigua el coro no se componía de actores, sino de ciudadanos varones, elegidos para ese año por el director del coro, el choregus. Representaban a la ciudad, venían del ágora, del foro. Sin embargo, al ser el coro se convertían en las voces de varias generaciones. Cuando hablaban de lo que el público ya había reconocido, eran abuelos. Cuando daban voz a lo que el público sentía pero había sido incapaz de expresar, eran los no nacidos. Todo esto lo hace Pasolini sin ayuda de nadie por medio de sus dos voces, mientras aprieta el paso rabioso entre el mundo antiguo, que desaparecerá con el último campesino, y el mundo futuro del cálculo feroz.

En varias ocasiones el filme nos recuerda los límites de la explicación racional y la frecuente vulgaridad de términos como optimismo y pesimismo.

Anuncia que los mejores cerebros de Europa y de Estados Unidos explican teóricamente lo que significa morir (luchar junto a Castro) en Cuba. Pero lo que realmente significa morir en Cuba -o en Nápoles o en Sevilla- sólo puede decirse con compasión, a la luz del canto o las lágrimas.

¡En otro momento nos propone a todos que soñemos con el derecho a ser como eran algunos de nuestros antepasados! Y después añade que sólo la revolución puede salvar el pasado.

La rabbia es una película sobre el amor. Su espíritu está muy cerca del comentario que hace Simone Weil en La pesanteur et la grace: "Amar a Dios más allá de la destrucción de Troya y Cartago, y sin consuelo. El amor no es consuelo, es luz".

O, por decirlo de otro modo, su lucidez es como la del aforismo de Kafka: "En cierto sentido, el Bien es inconsolable".

Por eso digo que Pasolini era como un ángel.,

La película dura solo una hora, una hora ideada, medida y editada hace cuarenta años. Y contrasta tanto con los noticiarios que vemos y con la información que nos ceban en la actualidad que, al terminar la hora, te dices que hoy en día no sólo están desapareciendo y extinguiéndose especies animales y vegetales, sino prioridades humanas que, una tras otra, están siendo sistemáticamente rociadas, no de pesticidas, sino de eticidas: agentes que matan la ética y, por consiguiente, cualquier idea de historia y de justicia.

Especialmente atacadas se ven aquellas de nuestras prioridades que proceden de la necesidad humana de compartir, legar, consolar, condolerse y tener esperanza. Y los medios informativos de masas nos rocían día y noche con eticidas.

Puede que los eticidas sean menos efectivos, menos rápidos de lo que los controladores esperaban, pero sí que han logrado enterrar y esconder el espacio imaginario que cualquier foro público central representa y precisa (nuestros foros están por todas partes, pero, por el momento, son marginales). Y Pasolini, en el erial de los foros ocultos (que recuerdan al páramo en el que fue asesinado por los fascistas), se une a nosotros con su Rabbia y su duradero ejemplo de cómo llevar el coro en la cabeza

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Agosto 13 de 2024