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662 - Todo atraviesa el lenguaje.Todo lo atraviesa el lenguaje
Hablar sobre Roland Barthes, es como entrar en un inconmensurable templo del saber donde apenas se rozan las penumbras de sus infinitos temas y sus cruces y esa tremenda capacidad de despejar los más intrincados laberintos de estos tiempos quizá impiadosos para poder hacer honor a tanta entrega

Roland Barthes mostraba una gran desconfianza hacia la política, sospechaba de “la teatralidad revolucionaria” y odiaba las etiquetas, por lo que siempre buscó no ser catalogado,ni clasificado, ejemplo fiel de que incluso hoy en día no sepamos bien dónde ubicar sus libros ¿ filosofía, lingüística, literatura, semiótica, autobiografía, poesía, política? ...

A pesar de que fue criticado por su eclecticismo “sin sentido” y lo que se aludía como un proceder errático, hoy se lo reconoce justamente por esa originalidad de su obra. Quizás por eso Barthes describía al escritor como “el centinela que está en el cruce de todos los otros discursos”, es decir, muy lejos, por ejemplo, de un activista, y a diferencia de casi todos los intelectuales de su generación, que luchaban y se oponían contra el poder establecido, Barthes inventó la figura del intelectual disolvente, disidente del adentro y no atacante del afuera

Del trabajo de Barthes no podremos hacer jamás un método, ni una teoría literaria como tal, ni siquiera un modelo a seguir dada la singularidad de cada uno de sus textos y las diferencias entre ellos; con todo, su obra ocupa un lugar privilegiado dentro de los estudios literarios, atípico, particular, sobresaliente,y quizá único

Las ideas de grupo, comunidad y militancia que se construyen sobre el artificio de la homogeneidad, la unidad y la pertenencia, son categorías que serán deconstruidas, y cuestionadas, una y otra vez a lo largo de todo su trabajo .Evitando entonces etiquetas políticas e ideologías totalitarias, sugiere otras formas de lucha a través de la desmitificación y de la deconstrucción, pues la historia ha demostrado que las Mitologías puede tener mayores repercusiones políticas y sociales que la militancia. La visión que podría haber tenido Barthes de lo que significa ser un intelectual comprometido, pasa ineludiblemente por el lenguaje

Las fuerzas de libertad que están en la literatura no dependen de la persona civil, del compromiso político del escritor, quien, después de todo, es sólo un “señor” entre otros, ni siquiera del contenido doctrinal de su trabajo, sino del trabajo de desplazamiento que ejerce sobre el lenguaje

Poniendo como ejemplo a Sartre, que culpabilizaba el acto de escritura y lo subordinaba a lo político o a lo social, Barthes lo remite a la materia misma de la lengua. En la medida en que Sartre se implicaba con los fines, Barthes lo hacía con las formas, lo cual hace de la literatura un problema más que una solución: lo cual hace la literatura. El compromiso sartreano fue rechazado principalmente porque implicaba decidirse de nuevo a favor de las grandes ideologías que habían relegado la literatura al lugar marginal de la ficción, de la apariencia, del suplemento peligroso

Así, esa aparente “falta” de compromiso de Barthes en realidad muestra y traza una línea de pensamiento que va a forjar otra visión de la literatura. Ese lugar tan particular que ocupa la literatura desde entonces se transforma necesariamente a través de una revisión de las nociones tanto de lectura como de escritura, a través de las que se cuestionan y diluyen las fronteras rigurosas entre lenguaje y metalenguaje, entre discurso crítico y discurso literario La escritura de Barthes es una de las mejores posturas del cuestionamiento de las fronteras: no siendo ni filosofía ni literatura como tal, su escritura ocupa desde los años cincuenta un espacio heterogéneo que abarca diferentes disciplinas sin pertenecer a ninguna en particular. Estas nociones de escritura le dan fuerza a sus pensamientos y los actualizan gracias a su dinamismo. Barthes, en su Mitologías, por ejemplo, se preocupó desde los años cincuenta por el papel que debería tener esta escritura en la política y la sociedad

Dos características sobresalientes en esta nueva noción de escritura son la pluralización y el desplazamiento del sentido que permiten la apertura de los textos. Juego es la que mejor describe la imposibilidad de asir y fijar el sentido porque las dos luchan contra la univocidad y la transparencia, buscan desmitificar, deconstruir y atacar así las ideas dominantes y las grandes oposiciones binarias

Para poder ser críticos, para tener una postura frente al mundo, se necesita asumir el juego, con todo y los riesgos que esto implica. El juego, genera angustia, y por eso ha sido sometido, silenciado, por la filosofía

El juego del sentido que seduce a Barthes, es ese movimiento y reenvío de una palabra a otra que hace que las palabras signifiquen; movimiento ágil, incesante, que genera una escritura o una textualidad, un juego interminable de significación, pero al mismo tiempo una dispersión del sentido

Eludir el juego intenta una vía segura buscando la estabilidad y una verdad tranquilizadora, evadiendo así la interpretación activa. Por eso podemos decir que la inestabilidad propia de la interpretación activa, mediante el desequilibrio del juego, marca el rompimiento con una aspiración científica y totalizadora

Barthes afirma que la obra funciona toda ella como un signo general, y es natural que represente una categoría institucional de la civilización del Signo y señala algunas diferencias entre obra y texto remarcando la importancia del juego en este último:

El Texto practica un retroceso infinito del significado, es dilatorio; su campo es el del significante; el significante no debe imaginarse como la primera parte del sentido, su vehículo material, sino, muy al contrario, como su después: por lo mismo, la infinitud del significante no remite a ninguna idea de lo inefable (de significado innombrable) sino a la idea de juego

Barthes sostiene que la obra es un objeto de consumo que estabiliza el sentido, lo fija y lo hace, por razones obvias, más accesible; sin embargo, leer consumiendo no implica jugar con el texto. También afirma que el lenguaje es “una idea paradójica de la estructura: un sistema sin fin, ni centro”, reminiscencia del pensar de Derrida

Barthes y también Derrida fueron grandes creadores de neologismos, ambos jugaron con el lenguaje para mostrar el juego del lenguaje. Sus estilos, aunque distintos, ponen de manifiesto la ambivalencia propia del lenguaje, desestabilizan los argumentos puros y lógicos de la racionalidad, turban o retardan el sentido, generando un juego rico y complejo-

En el caso de retardar el sentido encontramos un filón como herramienta no sólo crítica sino incluso política, ya que no debemos olvidar que ambos juegos comienzan haciendo evidente la forma en que se naturaliza lo que no es natural, es decir, el juego demuestra que aquello que se da por sentado como algo esencialmente natural, no es sino un constructo cultural

Este gesto muestra la vuelta de la epojé, o suspensión del juicio, ya que la suspensión fue y sigue siendo, a través de su escritura, una manera crítica de proceder contra el sentido unívoco, contra la unicidad e incluso contra la pluralidad controlable, y el sentido pleno. Pero también puede provocar un cuestionamiento social y político urgente para nuestra época.

La “epojé” tiene una larga historia entre los sabios de la antigüedad, y es un término que ha sido retomado y transformado por distintas escuelas filosóficas. La epojé, término tomado de los escépticos griegos, define de manera simple la actitud por la cual el sujeto suspende su juicio sin tomar posición, lo cual implica “una alteración radical de actitud frente a la realidad existente”, pero de ninguna manera su negación

Como era de esperarse, la suspensión en las obras de Barthes no es ni simplemente escéptica, ni claramente fenomenológica, ya que no comparte ni los fines, ni los presupuestos, y está lejos de querer elaborar una teoría del conocimiento; no busca la ataraxia o el reposo, ni un nuevo dominio científico, ni mucho menos una esencia trascendental. Es una escritura inquietante, provocadora y crítica. La epojé parece surgir como un acontecimiento de escritura opuesto a un pensamiento de la lengua como conocimiento

Barthes atraviesa lo Neutro con el instante que lo cruza ya que como él dice “no hay verdad que no esté ligada al instante”. Por un lado, tenemos un Neutro que funciona como un objeto declarado, explícito, es la diferencia que separa el “querer-vivir” del “querer-asir”: “el querer-vivir es entonces reconocido como la trascendencia del querer asir, la deriva lejos de la arrogancia:

abandono el querer-asir, dispongo el querer-vivir”,

aclara Barthes .Y un segundo Neutro, objeto implícito, que es la diferencia que separa ese querer-vivir ya decantado de la vitalidad.

Esta aproximación que realiza Barthes sobre los dos Neutros nos lleva al tema de lo Neutro como una política de escritura que conlleva una ética. Para Barthes hay una relación indiscutible entre lo neutro y la suspensión. El deseo de Neutro es, antes que nada, deseo de épochè, es decir, suspensión “de las órdenes, leyes, conminaciones, arrogancias, terrorismos, un querer-asir

Barthes regresa entonces a los escépticos no dogmáticos situándolos fuera de la filosofía, ya que , el espacio ‘oficial’ de lo neutro, es el escepticismo, o sea, el conformado por los discípulos de Pirro de Epiro. En efecto, Pirro es sin duda el filósofo occidental más evocado en su deseo de lo neutro, pero no como fundador del pirronismo, sino como ejemplo de actitud asistemática y a-dogmática. Escribe Barthes,

Pirro creó algo, no digo qué pues no fue en verdad ni una filosofía ni un sistema. Podría decir: creó lo Neutro como si hubiera leído a Blanchot!

Lo que la sociedad no tolera de la epojé es en primer lugar, el tema del diferimiento de la respuesta que cuestiona la pregunta

En este sentido, varios textos del último Barthes son radicalmemte neutros, ya que la epojé para él radica también en la “imposibilidad del mundo de aceptar la suspensión de respuesta a un pedido” . Entre las innumerables maneras de suspender la respuesta Barthes propone postergarla:

lo dilatorio con la esperanza, [nos dice con gran ironía] (a menudo realizada) de que el asunto se pierda, de que el pedido se desplace, y de que ya no haya qué responder

El verdadero compromiso social no parece necesitar de los indecisos; los grandes líderes ideológicos no parecen dudar; los políticos más destacados siempre tienen una respuesta… Y ésta es precisamente la desgracia. Ojalá las personas que toman las decisiones que afectan en mayor medida a la población en cualquier parte del mundo se atrevieran a ser indecisos de vez en cuando, esto les ofrecería, cuando menos, una posibilidad de reflexión más profunda

El segundo tema, la crítica filosófica del “es” resulta indisociable del punto anterior, ya que no podemos negar la pregunta por excelencia: ¿qué es…?. El establecer lo que es cualquier cosa corresponde, según Barthes, con un dogmatismo definicional, por eso para Blanchot:

La exigencia de lo neutro tiende a suspender la estructura atributiva del lenguaje - es esto, aquello - esta relación con el ser implícita o explícita, que es, en nuestras lenguas, inmediatamente planteada, apenas se dice algo. Como consecuencia, en el texto de Lo neutro como en muchos otros del final de su vida, Barthes nunca define lo que son las cosas, esto también provoca que las preguntas queden abiertas, para que pueda existir lo ‘incodificable’ y lo no manipulable. Lo que escapa a la fijación del es. Se sabe que el sentido surge en una polaridad de la mayor importancias de un término sobre otro. Lo Neutro rompe esta polaridad introduciendo un tercer término que destruye la relación entre los dos anteriores, y por lo tanto el sentido producido por esta relación bipolar se diluye. Sin embargo, en esa misma acción lo Neutro desaparece y se ubica como la antinomia de la relación bipolar. Lo Neutro por lo tanto se expone así como un termino contrario a la relaciona binaria del sentido

Por lo tanto lo Neutro es lo Neutro mientras se encuentre por fuera de una relación bipolar En el momento en que se encuentra en oposición, lo Neutro se pierde y se transforma en parte integral de un nuevo paradigma. en cuanto lo neutro obtiene un sentido es destruido. Así, lo Neutro introduce un nuevo sentido en un mundo dicotómico sostenido en la bipolaridad.

Barthes no puede hacer más que enumerar casos de lo Neutro, ya que si pudiera definir lo neutro con claridad pues ya no seria lo neutro si no un término de esta bipolaridad relacional. Nunca puede definirlo, tocarlo directamente, ya que eso detonaría el sentido y eliminaría lo Neutro. Solo puede rozar lo lo Neutro al hablar

La generación de nuevos sentidos es intensa Al desaparecer lo Neutro y crear un nuevo paradigma, o sea un nuevo sentido, bien puede expresarse como la detonación de sentido dentro del seno de lo Neutro, detonación que acaba con lo Neutro

El uso del termino “detonación” no es nada inocente, ya que expresa la forma en que caracteriza Barthes el derrumbe del paradigma. Lo Neutro puede remitir a estados intensos, fuertes, inusitados. Desbaratar un paradigma es una actividad ardiente, candente, ya que la introducción de un nuevo sentido en un universo particular de sentidos se un evento “explosivo”, un evento que desordena la estructura hasta ahora sostenida por ese universo, cuando menos implica una reorganización de esa misma estructura del universo de sentidos. Es comprensible entonces que existan fuertes resistencias destinadas a evitar la detonación de sentido que lleva la experiencia de lo Neutro porque implica un gasto fuerte de energía para volver a reestructurar el mundo, volver a acomodarlo para dar lugar a este nuevo sentido

Esto implica también un no poder retroceder o volver a un estado anterior a la detonación de sentido. Lo Neutro eclosiona y en su eclosión da lugar a un nuevo sentido. Este nuevo sentido ya no puede aniquilarse cuando ingresa en el universo, ya no puede volver a ser lo Neutro. aun cuando el sentido vaya desapareciendo gradualmente, éste ha pasado y ha conmovido al mundo por su sola presencia o mera existencia y las huellas de su paso por el universo estarán allí haciéndose sentir

El mundo sufre de un nuevo sentido que obliga a replanteamiento de de todo el universo de sentidos e implica una nueva consideración del mundo a los que estos sentidos se aplican. La venida de un nuevo sentido conlleva una energía nueva. Conlleva una nueva visión el mundo y por lo tanto un proceso organizativo correlativo. Cuanto más fuerte sea el nuevo sentido, en cuanto implique a algún paradigma mayor y amplio, mas fuerte sera el cambio, más amplio sera el nuevo proceso estructurador, mayor sera la intensidad del mismo

Lo que hace que el significado de una palabra nunca esté presente en sí mismo provoca que no podamos decir qué es, por ej. la democracia; esta im-posibilidad de definir, es decir de fijar, anclar o congelar el sentido, la esencia, el es, no paraliza el pensamiento, sino todo lo contrario, se convierte paradójicamente en un motor de análisis y de cuestionamiento continuo, en la medida en que nos invita a repensar una y otra vez, en diferentes contextos, y distintos tiempos, la democracia, haciendo de ella una noción mucho más dinámica sin tregua y por ende sin confort intelectual, ese que descansa en definiciones estables y grandes verdades

Considerando que es imposible el “es” que delimita y define, tenemos que asumir que es imposible el concepto como tal - tercer tema con el cual la sociedad no transige - Por eso Barthes nos invita a una experiencia de una epojé desterrada al explicarnos que el escepticismo es expulsado de la filosofía al no retener el concepto. Las epojé de estos tiempos hoy atacan frontalmente la noción de concepto, medular en la filosofía.

lo importante no es enseñarnos algo, alguna cosa en particular. Lo importante es volvernos de nuevo audaces, ágiles, sutiles, inteligentes, desapegados. Y dar placer”. Ese placer que sin duda se concatena con el aspecto más lúdico del juego

Por lo tanto, las suspensiones del juicio nos alejan así de toda evidencia tranquilizadora, evitando la aserción. Por eso en nuestro contexto social y político de inicios del siglo XXI, el poder del quizás, las epojés del Hoy, pueden ser el arma más eficiente contra el totalitarismo, el autoritarismo y el fanatismo

Ya Barthes desde 1961, en su texto “La literatura hoy”, nos dice que

toda epojé tiene que estar comprometida con su tiempo, ya que “ninguna suspensión del juicio es inocente” y solo tendría un sentido acabado si afectara día tras día a todo lo que se mueve en el mundo. El pasado nos ha enseñado que, en cada momento histórico, en cada transformación filosófica, la suspensión del juicio implica una alteración radical de actitud frente a la realidad existente, por eso hoy, no nos queda más que soñar que un pensamiento y un discurso del quizás permee toda nuestra realidad, desde los aspectos más mundanos hasta los más trascendentes. No nos queda más que sumarnos al deseo de epojé, es decir, al deseo de suspensión de arrogancias y terrorismos

La literatura es la cuestión menos la respuesta

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Setiembre 24 de 2024