Una planicie donde se comercia con lo innegociable en un clima de naturalidad y afable hipocresía, fruto quizá de tanta amistad heredada de los últimos tiempos y de los vanos y esforzados intentos de unir a los hombres sin lograr lo que realmente significaría un verdadero encuentro: deponer nuestra ficción espejada en el universo, resistir la tibia desmemoria de la homogeneidad de los valores, lo colonizado de la realidad y permitir que nuestra diferencia roce la diferencia del otro
Hemos producido un dios que vivimos ídolo y hoy solo queda la materialidad de su ausencia. Ateos o creyentes nos une un “ateísmo” común, somos rostros sin - dioses, vaciados de lo sagrado. Se viven los tiempos de las sombras de Dios y nuestro mundo ha sido sobrecargado de los valores retasados de la ausencia, figuras de esas sombras que tratan de cubrir nuestro vacío y poblar el desalojo de los cielos
Un mundo está hecho del valor único de cada persona. En cambio, nuestro mundo, éste-aquí, se vive como el reino de lo homogéneo, se asemeja a una operación bursátil donde los valores se confrontan y se intercambian generando un movimiento vacío, tautológico, de adherencia a un único mensaje, un mundo olvidado del valor en sí que es lo otro de toda medida y cuya única proclama es la conducta - hacer en el mundo la experiencia de lo que no es de este-mundo aunque sin ser de otro-mundo: inscribir el Afuera aquí
Se trata de romper la uniformidad, la lisura de un territorio sin relieves, salir de este mundo que unánimemente decide por cada uno. El hombre está expuesto a la existencia, lugar de contradicción, tensión de opuestos, una existencia que se sostiene en la paradoja, no en la síntesis de las voces clausuradas por una sola consigna, una singularidad irreductible y peculiar de cada existencia a toda generalización o concepto. Hay quienes aun cuidan en ellos lo que no tiene un sentido, no produce, no progresa, sino que es. Consienten el Vacío sin ahogarlo, no suscriben a la superstición moderna del progreso, Weil dixit
Cada hombre es el escenario del proceso del mundo, su pasión de conjugar la individualidad en medio de él. Lo que lo rescata y lo hace singular es la experiencia de este mundo como resistencia. La existencia como experiencia de libertad ofrece al hombre el abrigo de habitar en la posibilidad de su libre decisión, su ethos, su valor más propio, la alteridad constitutiva e irreductible que nos pone en presencia los unos ante los otros, ese hombre que no se deja medir, que hace para sí la experiencia del valor. La libertad es una travesía que exige desacondicionarse
En esta contemporaneidad entregada a la complacencia de un destino mercantilista que vela el tamiz de la realidad y apunta a verdades coaguladas que apagan cualquier atisbo de inquietud, es la experiencia interior la única que puede conducir fuera de ese amoldamiento de los valores medibles e intercambiables, mientras el Afuera contiene un interior donde se enfrenta el desafío de lo desconocido entre el desconcierto y el miedo, se desespera de esperar, se perturban los saberes, y las convicciones y las dudas cambian de signo
La existencia es la experiencia de exponerse a lo inesperado, a lo insólito de su nada más que acontecer y es ese Afuera la verdad del mundo que me hace estar dentro del mundo
Pero, la mistificación es la base de todo el lenguaje de poder que circula en el planeta. Encierra una fatal relación de enajenación como arma de manipulación y es una estrategia considerada imprescindible para preservarlo. Su campo semántico abarca infinitos recursos, desde la mentira institucionalizada como punto de partida de los distintos relatos apoyados indefectiblemente en el auto-engaño, pasando por la persuasión subliminal, hasta el disimulo y la seducción. Todo apunta al oscurecimiento de lo obvio, a la puesta en escena de una realidad inexistente
Hoy la política se enuncia en el relato, está atrapada en una telaraña de narrativas, aglutinadas con mentiras y simulación:la levadura de los fariseos - la hipocresía - que emana de la necesidad de sostener ese relato. Tanto en la política como en la sociedad, el plano semántico ha cobrado gran relevancia y se ha despegado del económico y social, lo que genera un clima propicio para el fraude
Si bien somos capturados por la connotación de las palabras dentro del plano de lo decible, no es ese el único recurso; otro tecnicismo casi lo ha superado, el escamoteo, lo que no se debe nombrar, lo que se debe cancelar porque no se sabe cómo dirimir, y así desfilan los significantes espectrales y los relatos donde en cada punto, en cada coma, se anidan las máscaras de la realidad - o su doble fantasmático - a cargo de disfrazar la forma en que son percibidos los hechos. Esa construcción de la realidad a base de fragmentos espurios no debe tocarse sino reforzarse con recordatorios a cargo de los arquitectos de turno, a riesgo de perder su anclaje en los endebles y desnudos andamios de la ficción
Los relatos políticos tienen un poder simbólico que acomoda las mentes de las gentes, así fue como el mundo verdadero terminó por convertirse en fábula
Dentro de una sola cultura, allí donde reinaría unánimemente un concepto estable de mentira, se puede cambiar la experiencia social, la interpretación y la puesta en práctica del mentir y puede dar lugar a otra historicidad, a una historicidad interna de la mentira. La política es el lugar predilecto para las mentiras, tienen la cualidad de replicarse y legitimarse unas a otras coordinadas como en una coreografía para descalificar la fuente del derecho y legitimar el discurso único: un adentro asfixiante, un Estado abstracto
Se sigue hablando sin decir, comprometiendo la lengua con los intereses más espurios, utilizando sintagmas por demás obvios, burdos y demagógicos que tratan de ser contundentes detrás de las máscaras de un contexto que resuena como un eco vacío donde flotan las palabras infinitamente vulneradas. Así, la mistificación está íntimamente cosida a la gramática del gesto del poder
Los encargados de administrar la política emplean hoy los relatos como un recurso, una especie de atajo para legitimar sus gestiones en un entorno que se caracteriza por la saturación de información y la economía de la atención, provocada ésta por un público híper-conectado cada vez más disperso. Así la democracia - el gobierno del pueblo - ha pasado a ser una “relatocracia”– el gobierno del relato - lo que pone de relieve que el demos, el pueblo, la ciudadanía, ha sido reemplazada en su función por el relato, ya que no es lo que se dice sino las marcas del dibujo de un sentido conveniente lo que se pretende que se escuche, y, de este modo, la ética, el relato y la energía social se entrelazan, y el gran riesgo reside en la condición hipnótica del mismo relato, un estado de somnolencia intelectual que mella el sentido crítico de la persona, que asimila con “naturalidad” lo que debería provocar reacciones de otra índole. Por eso, la naturalización viene a ser otra de las características de estos tiempos: la respiración continua de la mentira y la difamación como armas letales llegan a parecer “normales”
Es preciso tener en cuenta las comunicaciones tramposas que se caracterizan por esconder los hechos y en consecuencia escamotear la realidad, y atender el lugar que se le da a "lo que nos venden” mientras se cancela el de lo que nos ocultan. Es necesario prestar atención a la puesta en escena visceral de todos los temas
Solo hay un camino para evitar las críticas: hablar sin decir nada recurriendo a frases- humo, expresiones vacías que parecen confirmar algo que puede dar lugar a distintas interpretaciones fáciles de rebatir unas con otras sin tocar el argumento, estrategias puramente retóricas que permiten convencer sin tener que dar razones. En este lenguaje manipulador del que tenemos amplia experiencia, las expresiones y las estructuras lingüísticas son siempre estereotipadas
El relato y su elaboración es de vital importancia a la hora de formular políticas o de gestionar las crisis. Las narrativas implícitas y construidas pueden influir directamente en la forma en que se perciben los problemas y pueden constituir un riesgo per se, además de generar un posible debate también imaginario dadas las bases con que se cuenta, y la opinión pública dará su veredicto de acuerdo a quien gane la contienda narrativa
La filosofía del poder niega el valor propio del pensamiento, su finalidad no es revelarnos lo real, o sea, lo que es, sino conducirnos a modificarlo, a transformarlo guiándonos hacia lo que no es
Febrero 13 de 2025