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766 - El verdadero privilegio de existir
Al experimentar la libertad, en el vórtice que percibimos por un breve momento al enfrentarnos a un acto libre sin fundamento, nos reunimos con lo absoluto, restablecemos el contacto, incluso nuestra identidad, con el origen primordial fuera de la realidad temporal, con el abismo de la eternidad antes de caer al mundo de las criaturas

 

Hay un imaginario colectivo del ser humano que comparte la gran mayoría de la sociedad, un paradigma identitario que la envuelve como una atmósfera a través de la que pasamos todos ya sea en la positividad o en la negatividad, ya sea otorgando la pertenencia sin cuestionamiento alguno, simplemente como la única forma aceptable de vivir o de una manera crítica, consciente, intempestiva, y a veces fatal en algunos tramos donde no hay atajos para desuscribirnos

Somos un acontecimiento que ha nacido al azar, con un costado irracional que escapa a todo orden, un orden que encorseta lo propio a través de una máscara social, pero lo singular de cada uno es lo peculiar de cada existencia, irreductible a toda generalización o concepto. Lo que rescata al singular es esa experiencia del mundo como libertad, un mundo que desconoce sin centros ni bordes y que descubre como arbitrario. Así se despoja del disfraz de todos los días y su mundo comienza a deshilvanar los discursos que clausuran - mensajeros de “certezas” – y de este modo se instala en el individuo una manera de ver “extraña” a la habitual cotidianidad de los ojos. La vida se le presenta como una experiencia nueva que descentra la mirada, desestabiliza y privilegia lugares desde los cuales nunca había mirado provocando la emancipación el quiebre de los lazos de lo que representaba la necesidad y así encuentra otros espacios para construir sin traicionarse

Algo irrumpe cuando la “norma”lidad se apaga, una terra incognita, un extravío. Nuestra historia sería entonces la búsqueda de una discontinuidad, el desvío de lo que fuimos

El hombre emblema que se recorta sobre este mundo - hoy ha renunciado a la libertad, sometiendo su existencia a un modelo de vida que paradójicamente le impide a la existencia existir, habitar su propia esencia. Se rinde y sacrifica su raíz más honda por aquello que el mundo - hoy le ofrece a manos llenas y de esta manera se deja llevar creyendo elegir y así pierde todo atisbo de singularidad. Vive de mentira en un mundo prefabricado con un modo - de - vida especialmente diseñado para él

 La singularidad de cada uno es ese  “ entre ” la libertad y el destino. Como mero destino uno no sería un individuo, y si por destino - epocal - hoy podemos considerar la actual situación de toda una generación, el ser humano debería dar la vuelta, regresar sobre sus pasos, volverlos a pensar, y darle alas a su propia libertad responsabilizándose por ese destino que le ha tocado en suerte, tomando parte en resistirlo, no acomodándose a la situación sino viviendo la inadecuación y el desconcierto y la desestabilización que conducen a desgarrar el aparente fundamento que lo sostiene. La vida es la verdad del tiempo sin importar de qué trata, la libertad de ser liberada de toda justificación, y para la que el mundo solo es lo totalmente otro que hace que la existencia trascienda. Exista

El mundo ha cobrado una gran autonomía, ha usurpado el lugar de Dios. Tiene su propia ley y las llaves de acceso al reino. Hace no demasiado tiempo el hombre creaba mundo, hoy el mundo lo crea a él a su imagen y semejanza, y aun aceptando que el destino es gobernado por fuerzas que nos superan, a pesar de eso, la responsabilidad es del hombre, nuestra, nuestro es este mundo irredento, saqueado por la ignorancia, y somos nosotros quienes contribuimos a que así sea, quienes lo queremos así y lo usufructuamos, aun si simulamos lo contrario

La libertad solo reina en la apertura creativa que dejamos abrirse exponiéndonos a la existencia, no en la repetición de clichés ni en el espejarse en otros. Si no fuésemos capaces de experimentar la libertad del ser y de la existencia, no seríamos más que títeres pendiendo de los hilos del Azar y de la fatalidad

Hoy se habita una cultura de la cantidad, del exitismo, de la celebridad fugaz de lo promocionado, de lo viral, como única revalidación de lo que se considera nuestro modo - de - vida, una elección obligada, a riesgo de quedar “atrás” y de “perdernos” los relatos de la única realidad que parece existir y en la que nos llueven mandatos por doquier que dictaminan quiénes debemos ser

Este mundo - hoy se reviste de una constante algarabía, una especie de “ruido” que quiere vivirse alegría y que generalmente proviene del apego a una realidad fantasmática que colma momentáneamente los deseos más triviales e intrascendentes. Este mundo - hoy tiene su propia mirada y desde ella nos mira y nos conforma. No obstante hay fisuras donde se ahondan otras miradas, un mundo otro que se recuesta entre el deseo y la ausencia y habla de ese territorio tan poco transitado de la libertad

Habitamos una cultura en vías de extinción, una no-cultura que ha banalizado el mundo e invadido la vida como una intrusa persuasiva y seductora, una cultura que se ha transmutado en entretenimiento y consumo y así el individuo no solo consume todo lo que le ponen delante sino que se devora a sí mismo, ajeno a todo lo que no sea su mundo de logros y el reconocerse en sus iguales. Es el hombre fiel del sistema, un hombre construido para ser satisfecho y feliz con su identidad armada, con un credo de pocas ideas y una carta que le acredita el logro de sus variados apetitos. Sin nunca mirar en otra dirección hacia las sombras indiscernibles que habitan la periferia de su mundo seguro y centralizado

Hay quienes dan la espalda a este mundo y desbaratan sus costumbres, demoliendo así las muletas que los sostenían y comienzan a experimentar las sabias y dolorosas fisuras de su propia devastación, de su otra posibilidad de ser. Su manera de pensar y de expresarse se vuelve descarnadamente sincera provocando el rechazo y el escándalo del entorno, y, por ende, su exilio

Estos tiempos no son los únicos donde el hombre se extravió de sí, pero quizá los más ejemplares en cuanto a la inanidad del espíritu y al refinamiento de la estolidez que no ahorra recursos para invertir en cenizas, abandonando al hombre en la gravedad sin el contrapeso de la gracia en un mundo donde reina el placer en una atmósfera de vacío cool, sin tragedia, sin la más mínima conciencia de la condición humana que no es otra cosa que habitar el rosario de la finitud, sin más, el de ser humano

Desde muy lejos en la historia la palabra “libertad” se viene pronunciando sin pausa con los más variados matices. Nuestro Hoy no es una excepción

Desarticular un pensamiento no significa necesariamente devastarlo sino revisar su interpretación canónica, también su difusión vulgarizada, destacar la diferencia con aquello que se ha declarado verdadero y/o masivamente aceptado, desplazar el campo dominante de una verdad y alrededores, un hacer en suma, un modo de pensar constitutivamente revolucionario

Hay una libertad de asunción subjetiva, o asunción de la necesidad que se convierte en tutora de coerciones exteriores y por tanto se manifiesta en proclamas de un mundo agobiado de problemas irreversibles, de cargas aplastantes, y que confluye en una pura anarquía libertaria que acaba convirtiéndose en una impotencia, en una resolución ilusoria de lo ineluctable. La libertad así se confunde por ella misma con lo arbitrario de un yo egoísta y su esencia está en el imperialismo de lo Mismo. Es una ilusión concebir el libre albedrío en abstracto como si el ser humano en todos los momentos de su vida contara siempre con esta posibilidad

 

Aquí la libertad resulta fallida porque está fundamentada, sometida por principio a un pensamiento que se piensa como necesidad, como causalidad, y por lo tanto provoca que la libertad quede por anticipado asegurada, garantizada y por ende, anulada. Son libertades que enmarcan la condición humana pero no ponen en juego la existencia como lo que es, y solo hay libertad donde se la juega como tal

 

Lo que el pensamiento ofrenda viene del abismo de la libertad y ese abismo no está en ningún lugar, es una infinita apertura