desplegar menu

781 - El mundo como predicado del hombre
A veces asoma un caos, la reverberación de una noche oscura perdida en la memoria, un susurro de lejos, una espesura espectral que ahuyenta el sueño de los mortales que viven en la mesura de una realidad sin abismos, desbordes ni desiertos

la mirada nocturnal desbarata las coordenadasde la representaciónde la realidad y abre brechas en la supuesta linealidad del tiempo que fluye liberando otro tiempo que descubre el secreto relato de la existencia, donde el hombre entrevé su estatura sin proyecciones fáusticas, un tiempo otro con violentas discontinuidades que desmoronan la ilusión creada del devenir. Son instantes agónicos que contradicen convicciones profundamente arraigadas y abren un espacio de pensamiento inclemente, impiadoso, áspero, que desancla al hombre de su escena cotidiana y lo enfrenta con lo otro, con aquello está más allá de las certezas de su día a día y de la claridad de lo reductible a la razón, una especie de pasaje errático y sinuoso de cara al misterio, de cara a la sombra de las cosas, a la angustia del entre lo que revela y lo que oculta

Aceptamos un tiempo acumulativo y lineal impuesto por principio y orientado a un fin por cuestiones biológicas y culturales que dirigen nuestros destinos individuales y colectivos, un relato del tiempo como un continuum irreversible sometido al reloj y al calendario, centralizado en el hoy y en la banalidad de lo cotidiano, de espaldas a la posibilidad de experimentar el presente mismo, su verdad, la puerta abierta, máxima evidencia de existir

Liberar la realidad de sus ataduras con el sistema de la significación y dejarla desnuda ante el instante es el primer paso hacia un pensar esa conciencia perpleja, esa imposibilidad de colmarse y resistir la inagotable tarea de perseverar

La vida no puede dejar de contarse quién es. Nos inventamos, nos narramos, somos una ficción creada a través de la articulación del lenguaje, un mundo descubierto que cubrimos de significación

La existencia del hombre es una continua interpretación y cuando el relato de la realidad se despeña se da el encuentro con lo imposible, con lo real, con lo inesperado. La caída en lo real es vivir en un estado de desencuentro casi absoluto con el mundo, en medio de una soledad nueva y fría y una meditación constante de la nada T

Tras cada cosa, tras cada hombre se percibe una brizna de ese caos de lo inmemorial, de la violencia originaria y se abre así un lugar más allá del bien y del mal, de la luz y la tiniebla, un espacio de libertad absoluta que nos desacopla de las fronteras habituales de nuestro pensamiento, una zona de sombras entre las que puede adivinarse el lugar donde anida el misterio del hombre

Existir se da en la finitud y siempre reenvía a la otredad, en tanto apertura de lo posible en lo abierto del mundo

Lo injustificable e irremediable del mundo, el misterio de la alteridad irreductible, es el horizonte inapelable de la obligación de existir del hombre, gratuita, sin más explicación que la de pertenecer al misterio del mundo

Para el hombre hay un misterio que no lo domina ni lo aniquila, un misterio que es su propio misterio: un espacio intermedio, una patria que no es patria, una ausencia de lugar en la cual echar raíces

Hubo un tiempo donde el misterio sumaba sentido a la vida del hombre y la luz señalaba las tinieblas. Hoy, cuando el pensamiento se vive transparente y solo aspira a tranquilizarnos nos sumergimos en un largo y luminoso fracaso. En el pasado vivimos un tiempo donde el imperativo era el conocimiento de sí mismo. Hoy, es la suprema imposibilidad de saber de ese otro en nosotros que a la vez que idéntico es el gran desconocido, el extraño inconquistable, el enigma de la obstinada alteridad frente a la cual el hombre se vive misterio y vive al mundo como misterio

La verdad del pensamiento no es la rumia de una interioridad inventada,  es su actualidad, su misma negación, la actualidad de su negación, su desastre. Es el pensamiento vivo, en acción, que no encuentra nunca un lugar absoluto porque sería su muerte. El dogma es la muerte, la inmediatez, el aspirar a la meta, al resultado, a hacer comprensible lo incognoscible. Todo pensamiento arranca del misterio y no se puede pensar ni comprender y mucho menos poseer

En este tiempo ya no se piensa más en el misterio, se lo ahuyenta de variadas maneras,  la principal es la preocupación constante por mejorar las condiciones de vida que abarca el espectro casi total del paradigma que padecemos, poniendo el acento en la emancipación del hombre y en su ambición ilimitada

No obstante la modernidad se tensa entre lo imposible de la perfección y el ansia de un progreso sin límites que pauta el peso del ego, la ceguera y la mediocridad cotidiana, y sumergen a la sociedad en una rutina extenuante y monótona

Confrontar el dolor y la muerte, instancias esenciales del sentido trágico de la existencia hoy parecen haberse disuelto en medio de la falsa algarabía y la masificación política y cultural de los valores. Se requieren una experiencia profunda de libertad  y una mirada naciente, inaugural, para rozar el misterio de lo real

Es casi imposible que el individuo llegue a poder enunciar lo real. El verdadero gesto de la libertad es aceptar esta verdad irremediable que nos llega a través del lenguaje que sin extraviarse en lo inenunciable, dice sus límites, consciente de su precariedad y los niega a través de él mismo, dice la nada, lo absolutamente otro

El misterio de la finitud  de la existencia pende del enigma de su misma posibilidad y deja a los hombres custodios del misterio, entre el dolor y el mal  en un mundo sin respuestas

Vivimos el largo día después de la “muerte de dios”. Solo nos habitan siluetas espectrales con planes de rescate precarios. Desencantados y  abandonados en nosotros mismos con una realidad construida en el aire, pegados a la finitud, despegados de la eternidad, bajo cielos sombríos, solo nos queda el carrousel del mundo que gira descarrilado sobre sí mismo entre las palabras, el poder y la nada, un territorio profano, agrietado de dudas y poblado de ídolos alrededor del  extravío del hombre 

No hay que escuchar otra cosa que la vida misma (…), mejor aún, no hay que escuchar otra cosa que la constitución formal a priori del vivir en su desnudez

El hombre ese extraño viviente que haga lo que haga –o deje de hacer lo que deje de hacer-, padezca o no, hable o calle, responde al mundo y responde del mundo

- inestimables líneas de Jean-Luc Nancy 

El mundo se ha convertido en un síntoma que cava hondo en cada uno. Nos habita, nos invade, nos amalgama al tiempo que nos excluye, conspira con nuestra singularidad a través de sus mandatos, va por nuestro consenso inclaudicable, va por el alma

Una vez fue un mundo ordenado, una creación, hoy se ha quebrado en mil pedazos y se erige como un poder tentacular, una dictadura de sin-sentido como único sentido. No puede ya sostenerse frente a los victimizados, los explotados, los exiliados de las periferias, los abandonados a su suerte, un mundo donde los valores son intercambiables, en un flagrante estado de excepción que nos abate en la desesperanza y en el sin-sentido, pero a pesar de eso sentimos (tenemos ese sentido) que vivimos de estar expuestos a ese abandono del sentido

Lo que resiste a todo y acaso siempre lo hace, en toda época, no es un mediocre instinto de supervivencia, es ese sentido. No se trata solo de una crisis pasajera, ni solamente del fin de las ideologías sino de una derrota total del sentido, sentido de la historia, de la comunidad, de los pueblos o de las naciones, sentido de la existencia, sentido de cualquier trascendencia o de cualquier inmanencia posibles

Es en el lugar mismo de la formación, del nacimiento o de la donación de sentido que se abre un extraño agujero negro

El mundo ha devenido mundial, ya no hay afuera, vivimos la clausura de todo el sentido con que lo revestíamos porque ha desaparecido la referencia a esa entidad superior que hacía posible determinarlo, interpretaciones fugitivas de una auto trascendencia imaginaria. Fue el canto de cisne de una época que ha configurado tanto el mundo como el sentido y hoy tocó a su fin

Su ausencia es un desafío, la oportunidad de sabernos instalados en un mundo más allá de la espera y la súplica, en el pasmo de haber nacido en este aquí que da la espalda a la otrora incesante demanda de sentido que funcionaba principalmente a expensas de la libertad de la existencia

Hoy nos encontramos en una abertura esencial, la existencia, a un mundo más- allá que no está más en otra parte que aquí mismo y que nos afecta en de una manera absoluta. Lo que somos en tanto existentes es eso que compartimos que no es otra cosa que la finitud, somos una pluralidad de singularidades finitas, únicas y por lo tanto irreemplazables y por eso inconmensurables

El proyecto del mundo es hoy la expansión indefinida de un dato finito, es decir, un espaciamiento indefinido del espacio mismo

El mundo se separa de sí mismo: se desune de su propia unidad, de su centralidad, por lo tanto, también de su finalidad

Los grandes pensamientos del sentido siempre lo referenciaron como una realización última - una representación muy reducida de las posibilidades del pensamiento - a la que los seres humanos se adecuaron y conformaron encontrando de este modo las razones de la sin- razón pero algo murió en el corazón de los hombres cambiando el curso de la historia hacia un sentido eterno, ausente. No obstante el clímax religioso brotó siempre en un abandono, en un desapego del sentido respecto de sí mismo, en el acceso al sentido del más allá del sentido

Los seres humanos en el recogimiento de su vida íntima, silenciosa, en su estado menos consciente hallan ese nivel más secreto que no se deja reducir a la relación con lo absoluto sino que se percibe como lo absoluto mismo, absoluto espaciamiento, vacío de una apertura que no abre sobre nada, sino que se abre. Y este abrirse sería la única forma de auto-constitución posible –no fundarse ni engendrarse ni realizarse. Tal sería la espacialidad del sentido: se abre

Quien se compromete en una búsqueda o en una acción también se compromete a sí mismo, se expone a un valor absoluto hic et nunc, la dignidad

Es el valor que se basa en la misma fuerza de la evaluación que es la del propio sujeto en su proyecto. Los fines proyectados deben estar desligados del fin último y de sí mismos sin suscribirlos como  bienes apropiables. Si falta esa auto evaluación es como borrarse en vida. Su único valor debe ser el ser y el hacer un instante de presencia, de exposición al mundo:un instante de mundo, el mundo en un instante

Es la producción, la creación del hombre por el hombre mismo, re-crear el mundo en cada gesto, remitir a un goce del mundo en tanto tal y no a su apropiación, pasar de la necesidad a la libertad, al existir mismo, el único espacio de la libertad, el otro nombre de la existencia

Es un mundo, no un mundo-de-otra parte, sí es en-ninguna parte y en todas las partes del que todas las cosas de la tierra son sus signos

Es la singularidad de existir en la co - presencia, no solo la de los humanos sino la de todas las cosas. El sentido de la co - presencia está en ella misma, por eso cada presencia singular tiene tanto sentido como todas juntas

El otro no es solamente el otro del cara a cara, es también aquel del lado a lado, en el cual podemos ignorarnos

Este mundo será el predicado de quienes sean sus habitantes porque la creación de sentido del mundo - expresión tautológica ya que ambos,mundo y sentido, son lo mismo e intercambiables en este contexto - es una empresa humana, y un mundo no debe estar regido por valores sectarios sino por las evaluaciones de todos y cada uno

Ese mundo debe estar hecho del inmenso valor de cada uno, de nuestro “ser-en-común”, de la consistencia del “en” o del “entre” que nos reparte y nos espacia, que nos expone a la alteridad con vistas a una política que no sea un programa pautado puesto en obra, que no sea la realización de una significación dada con antelación y por tanto clausurada desde el vamos, sino más bien que tenga en cuenta la realización de la significación abierta del “con” y garantice la existencia de lo que hay de más común entre nosotros y que tiene un valor incalculable, literalmente, del orden del valor sin medida de las actos del régimen al cual a nuestro pesar, pertenecemos

La política debe comprenderse en una distinción –y una relación- con lo que no puede ni debe ser asumido por ella, no ciertamente porque esto debería ser asumido por otra instancia (arte, religión, amor, subjetividad, pensamiento) sino porque esto debe ser tomado a cargo por todos y cada uno según unas modalidades que resulta esencial que sigan siendo diversas, incluso divergentes, múltiples, incluso heterogéneas

Hoy el mundo es siempre la perspectiva (no el punto de vista subjetivo), la afirmación de cada uno cada vez incalculable, el lugar donde uno se encuentra y que no se puede aprehender sino desde su mismo interior

Se está en un mundo, no delante de él, por eso nunca se ve. Se lo habita, se lo explora, uno se encuentra o se pierde

La verdad es el mundo: no es la verdad del mundo sino el mundo mismo, en cuanto él es la totalidad del sentido en acto evitando la apropiación. No hay adecuación del mundo a un concepto, a una Idea, a un Fin o Principio. Hay por el contrario una inadecuación fundamental del mundo que abre el juego de la verdad

Lo verdadero es lo inadecuado por excelencia, la imposibilidad de la adecuación del sentido y al sentido

La verdad es el mundo - lo real mismo en su totalidad - en tanto esencialmente inadecuado con respecto a toda adecuación

Es esta verdad la que queda por pensar, la de un mundo global abierto sobre lo inadecuado, sustraído a la dominación de un principio o de un fin

El mundo del sentido acaba hoy en lo in - mundo y en el no - sentido. Está cargado de extravío, de sufrimiento y de revuelta. Todos los “mensajes” están agotados desde allí de donde parecen provenir

Es entonces que surge más imperativa que nunca la exigencia de sentido, que no es otra cosa que la existencia en tanto que ella no tiene sentido

Y esta exigencia por sí sola ya es el sentido, con toda su fuerza de insurrección

La vida es leve como un soplo. Es movimiento, libertad, puntual y continuo asomo en lo desconocido,  hinchamiento de las raíces y nacimiento del vacío. Es allí donde el aire se abre aire y la tierra a la tierra, el paso que adelanta el paso

 

Junio 25 de 2025